Nuestra sociedad tiene la mala costumbre de olvidar lo imperfectos que son nuestros ídolos y Enzo Anselmo Giuseppe Maria Ferrari es un excelente ejemplo. Hoy día muchos imaginan al Commendatore como un viejo sabio e incuestionable, olvidando las tragedias que lo marcaron y las controversias a su alrededor. Ese lado humano de don Enzo es lo que intenta explorar Ferrari, una película que no podíamos esperar para ir a ver y traerle nuestro review sin spoilers al estilo Fuel.
¿Vale la pena pagar la boleta? Eso dependerá de sus expectativas, pero desde ya admito que superó las mías. Lo digo porque Ferrari, aclarémoslo de una vez, NO es una película de acción. Entrar a ver esta película esperando adrenalina y explosiones es como entrar a ver Rápido y Furioso esperando una trama profunda y escenas realistas. Más bien hay que pensar en Ferrari como un drama emotivo que presenta con lujo de matices al hombre más icónico en la industria automotriz.
Una película imperfecta…
Hecha esa aclaración, puede ir al cine confiando en que no verá un bodrio como Madame Web sino una película escrita y dirigida con cariño. El director y productor de Ferrari, Michael Mann, no solo ha dirigido películas como Miami Vice y El último de los Mohicanos, también produjo El Aviador y Ford vs Ferrari. El guión, por su parte, es lo ultimo que escribió Troy Kennedy Martin antes de morir; nadie menos que el guionista de The Italian Job. Como si eso fuera poco, los papeles protagónicos de Enzo y Laura Ferrari están en las talentosas manos de Adam Driver y Penélope Cruz.
Con semejante nómina, no sorprende que Ferrari destaque por su trama y sus personajes más que por las escenas de carreras. Es más, en los primeros diez o quince minutos no verá un solo Ferrari, pero si tendrá una mirada directa al corazón herido de Enzo. Ese es el centro de la película: un Enzo Ferrari destrozado por la muerte de su hijo Dino, con una empresa casi en bancarrota, un matrimonio en ruinas y una segunda familia ilegítima. Hay autos y carreras y motores, por supuesto, pero van en la silla del navegante y no del piloto.
Antes de pasar a la trama y las actuaciones, cabe resaltar también el trabajo audiovisual. La cámara combina con finura el aspecto humano y el aspecto automotriz de la película, ya sea mostrando carros de carreras a fondo o a un niño asustado en la oscuridad. El sonido es todo un deleite pues la música ameniza sin intentar competir con el coro angelical de un motor V12 a más de 7.000 RPM. Los efectos especiales, sin embargo, dejan mucho que desear y son el único lunar en una producción estupenda.
…sobre un Enzo imperfecto.
No quiero terminar este review con un resumen, pues la trama y la conclusión de esta película bien puede encontrarlas leyendo la biografía de Enzo Ferrari en Wikipedia. Basta con decir que la película narra la problemática vida de Enzo en vísperas de la Mille Miglia de 1957, una carrera decisiva que puede salvar o arruinar su compañía. La convincente actuación de Driver muestra a un Enzo Ferrari que literalmente tiene dos caras: un Enzo temperamental e implacable en público y, al tiempo, un Enzo que llora en privado, intercalando entre ambos con el simbolismo de quitarse o ponerse sus emblemáticas gafas oscuras. Los personajes secundarios como Alfonso de Portago y Lina Lardi también gozan de cierta profundidad aunque no sean el centro de atención.
Cruz tampoco se queda atrás pues Laura no está pintada en la pared. Y si alguien se atreve a tildarla de villana, le recuerdo: esta mujer perdió a su hijo y maneja la empresa en crisis de su esposo mientras él esconde otra familia. Su monólogo al final de la película, por ejemplo, es sublime y debería redimir su personaje ante los ojos de cualquiera. No todo es drama, eso sí, y las escenas emotivas están intercaladas con otras donde podemos apreciar bellos Cavallinos compitiendo ferozmente en la última edición de una competencia tan letal que luego fue prohibida.
Aunque las opiniones en nuestra redacción están divididas, le damos a Ferrari un 7,5/10 haciendo un balance de sus elementos cinematográficos, narrativos y emocionales. Estamos, en conclusión, ante un vistazo artístico y descarnado que muestra el lado humano del automovilismo en una época cuando las carreras eran mitad glamour y mitad carnicería. Admito que Ferrari tiene menos adrenalina que Ford vs Ferrari o Rush, pero sin duda compensa a punta de pasión y profundidad emocional.
