Tratar de decidir cuál es el rey de los hot hatch da para horas de discusiones y debates sin fin. Sin embargo, uno de los favoritos para ocupar ese puesto podría ser el Renault Clio V6, un auto de culto por su controversial propuesta dinámica. Presentado por primera vez en el Auto Show de París, este pocket-rocket nació como un reemplazo del Renault Sport Spider en la categoría monomarca del fabricante francés. Además, fue el sucesor espiritual del Renault 5 Turbo, ya que continúa esa loca idea de poner el motor donde normalmente irían los asientos traseros.
¿Pasajeros? ¿Para qué?
Todo auto deportivo que se respete debe tener al menos su símil en el automovilismo y el Clio V6 no era la excepción. En este caso, la versión de pista era el Renault Clio V6 Trophy y, como su nombre lo indica, montaba un motor V6 de la serie ES9J4 con un cilindraje de 2.9 litros. Esta mecánica es un viejo conocido del grupo PSA, ya que también se usaba en varios modelos como el Avantime y el Laguna, pero en este caso se modificó para generar 285 HP y 307 Nm de torque.
Renault quería crear un auto de carreras que superara al Spider y que sirviera para promocionar al Clio. Para empezar, tomaron el viejo y conocido V6 que ya usaban en otros modelos, pero debían encajarlo de alguna forma en la carrocería del Clio. Como no había manera de que cupiera bajo el capó, lo pusieron donde normalmente iría la segunda fila de asientos. De esta forma crearon un deportivo de motor central trasero, en posición transversal y con tracción trasera. La cereza del pastel era su transmisión semiautomática SADEV, pero no todo era color de rosa.
Una obra de Tom Walkinshaw
La versión de calle del Renault Clio V6 se presentó en 1998 como un concept en el Auto Show de París. Al ver que la recepción era bastante buena, los franceses le encargaron el trabajo de construirlo a los ingleses, específicamente a Tom Walkinshaw Racing o TWR. En julio de 1999 Renault dio luz verde para empezar a ensamblarlo, lo que no era nada fácil, ya que tenía que hacerse a mano y solo se podían hacer unos 12 al día.
A pesar de que todo esto parecía muy impresionante, este Renault Clio V6 de primera fase tenía algunos problemas. Para empezar, no estaba entregando los 285 HP que prometía el concepto, sino que la cifra se quedaba en los 230 HP y 300 Nm de torque. Lo bueno es que la caja se cambió por una manual de 6 velocidades, pero estaba mal relacionada y algunos conductores de la época decían que era muy imprecisa. También se decía que su manejo era un poco decepcionante y complicado. Además, lo comparaban con un GT y no un deportivo propiamente dicho.
Aquí entran los alemanes
Con esto en mente, Renault le pidió ayuda a Porsche en el 2003 para desarrollar la segunda fase del Clio V6, justo cuando llegó el facelift de la segunda generación del Clio. Los alemanes hicieron un revolcón total en la forma como lo estaban fabricando para arreglar los problemas del auto. Primero hicieron que se construyera en la fábrica de Dieppe, aunque TWR aún tenía que ver en el proceso. También retocaron el motor, subiendo la potencia hasta los 255 HP y manteniendo los 300 Nm de torque.
También se retocó la caja de cambios, acortando las relaciones y mejorando la precisión. La suspensión se endureció y las ruedas delanteras se ensancharon para mejorar el control. En resumidas cuentas, mejoraron todo al punto de convertirlo en el deportivo que todos querían que fuera. En el 2005 se dejó de fabricar, dejando un total de 2.940 unidades en las calles. Rápidamente se convirtió en un clásico instantáneo y muchos lo llamaron el superauto más pequeño del mundo. Y no es de extrañar ya que, con esa configuración, era básicamente un bólido con carrocería de compacto.