Cada día que pasa estamos más y más cerca al mundo distópico que John y Sarah Connor intentaron evitar. En tan solo un par de años la inteligencia artificial pasó de una curiosidad para hacer memes en internet a un asunto serio que comprometería los trabajos de miles, entre ellos artistas, escritores, actores, etc. Ahora, Toyota aprovechó las bondades de la IA (inteligencia artificial) para que los robots que se desempeñan en sus fábricas aprendan por sí mismos.
¿Cómo? En esencia tenemos robots capaces de aprender nuevas habilidades sin la necesidad de ser programados para tal fin. Una locura completa que parece sacada de un libro de ciencia ficción de Phillp K. Dick. Ironía o no, lo que consiguió Toyota es interesante no solo desde el ámbito automotriz, sino para dar un salto importante de cara al casi imparable crecimiento de la robótica e inteligencias artificiales.
La escuela para robots de Toyota
El Instituto de Desarrollo de Toyota se puso la misión no de reemplazar a su personal humano con robots, sino expandir sus posibilidades. Que una máquina automatizada sea una extensión del ser humano, más que un elemento que tome su lugar. Aprovechando las capacidades de la inteligencia artificial, decidieron literalmente educar a sus robots.
Toyota lo explica de forma simple: no fue necesario programar páginas y páginas de información en los robots. Si usted es programador o diseñador de software, sabrá lo complicado que es escribir y compilar códigos nuevos.
Por el contrario, le brindaron a sus robots capacidades de inteligencia artificial e información concreta sobre las tareas que debían cumplir. Es algo relativamente sencillo, con las direcciones indicadas la IA puede identificar e interiorizar nuevos procesos, como si fueran un niño. Con ello los robots aprendieron más de 60 tareas y habilidades motrices, entre ellas tareas comunes como cocinar, cortar alimentos o poner la mesa. Para el final de 2024 esperan que esa lista de actividades crezca a más de 1.000.
El potencial de estos robots como asistentes en diferentes tareas es bastante grande. Toyota llama a este aprendizaje “orgánico” una política de difusión, en la cual la inteligencia del robot le permite aprender tareas sin necesidad de ser programados con una especialidad en mente. Ojalá no se vuelvan conscientes de sí mismos y lancen una guerra contra los humanos, como muchos trabajos de ficción dictan.