Mientras muchos preparadores están atentos a los modelos deportivos más recientes, cierta casa alemana decidió dedicar un poco de su tiempo al pasado. Se trata de Manhart, compañía que tomó la decisión de reinterpretar varios clásicos a su estilo, respetando su diseño original. En esta ocasión, lo que logró Manhart es darnos una probada de lo que hubiese pasado si el BMW Serie 8 hubiese recibido una versión M.
No el actual Serie 8, el clásico que todos quieren. Ese diseño sobrio y atemporal que, si me lo pregunta, es uno de los mejores jamás concebidos por los bávaros. Pues Manhart hace el ejercicio de interpretar el BMW Serie 8 a su manera, viajando a inicios de los noventa y decir “¿qué pasaría si ponemos un motor de alto desempeño en este cupé”.
El M8 que nunca fue
En su época, BMW quiso hacer un M8. La recesión de los años noventa y otros asuntos globales afectaron la economía y, por ende, el Serie 8 más poderoso fue el 850CSi, con un enorme V12. Motor que tenía bastante torque, pero era de un andar suave e imponente, como buen gran turismo.
Para su Serie 8 “reinterpretado”, Manhart decide saltar el motor V12 y optar por una opción más potente del BMW M de la época. En concreto, el V8 S62 instalado en el M5 E39, primero de su casta en usar un motor así. De fábrica producía 400 hp, más que cualquier Serie 8, pero Manhart alteró el sistema de escape y algunos otros detalles para saltar a 414 hp.
Poder que viaja a las ruedas traseras cortesía de una transmisión manual de 6 marchas, tal y como debería ser. Manhart dice que el escape tiene una nota especial para sonar más rudo y poderoso. El sistema de frenos fue actualizado con discos perforados de mayor diámetro, la suspensión rebajada es firmada por H&R y Bilstein. Sobra decirlo, pero todos los componentes del Serie 8 original fueron restaurados para lucir tan nuevos como el primer día.
Con algunos toques finales, como discretos alerones frontales, interior tapizado con mucho cuero y costuras en los colores de BMW M, además de un volante forrado en Alcántara. Quizá el único detalle exagerado son sus rines de 20”, que lucen demasiado modernos para este clásico bávaro, reinterpretado casi a la perfección por Manhart.