Si me lo pregunta, Indycar es una categoría que no necesita de motores híbridos para mejorar el producto en pista. Basta con ver una carrera y darse cuenta que esa categoría es más competida y entretenida que Fórmula 1, así no tenga los nombres de peso ni los fanáticos en masa. Eso no detuvo a la categoría de explorar formas alternativas y más “limpias” para seguir a futuro sin mucho impacto ambiental.
Ahí reside la razón por la cual estas categorías adoptan un modelo híbrido, para reducir sus emisiones y estirar la vida del motor a combustión. Sólo que, a diferencia de los prototipos Hypercar de carreras de resistencia y Fórmula 1, Indycar usará motores híbridos bastante diferentes y, me atrevo a decir, más interesantes y eficientes que esas categorías.
Media década trabajando en la hibridación
Fue en 2019, hace cinco años, que Indycar tomó la decisión de adoptar motores híbridos. Creo que ya debe saber hacia dónde va esto, porque cierto virus arruinó los planes de todos, incluyendo la categoría open wheel por excelencia de EE.UU. La industria automotriz se vio afectada por la baja en producción y componentes, por lo cual dar este paso no fue posible en su momento.
Aun así, Chevrolet y Honda (motoristas de Indycar) desarrollaron poco a poco estos motores. Casi 40.000 km de pruebas acumulados y el desarrollo de un tren motor bastante compacto y eficiente después, Indycar presentará sus nuevos motores híbridos el próximo 7 de julio, en la válida de Mid-Ohio. Sí, justo después de las 500 de Indianápolis.
No será una demostración, toda la grilla tendrá este motor de nueva generación, prácticamente un bautizo de fuego para esta naciente era en Indycar.
Sistema avanzado e interesante
De la forma más básica y fácil de comprender, los monoplazas de Indycar poseerán un motor eléctrico y un sistema de regeneración de energía (ERS). Tal y como sucede en Le Mans o F1.
La diferencia está en la organización de sus componentes y la batería. Bueno, más bien ausencia de una, ya que los equipos usarán un superconductor (o condensador) que es capaz de almacenar energía de forma más eficiente y compacta, además de ofrecer más “ciclos” para ofrecer energía adicional.
Otra ventaja está en el bajo voltaje del sistema, apenas 48 voltios, haciéndolo más seguro que un auto de F1. Indycar dice que esta unidad añade 60 hp adicionales y sólo aporta unos 50 a 60 kg extra, sin alterar demasiado el chasis Dallara ya conocido en la categoría. El actual V6 biturbo de 2,2 litros tampoco tendrá cambios, más allá de adaptarse al sistema eléctrico.
Un detalle final y es la manera en la que el superconductor recupera energía en óvalos, donde las frenadas no son para nada frecuentes. Con una palanca extra en el volante, los pilotos pueden recuperar la energía a costa de un poco de aceleración, ahorrando combustible de paso. Dado que el superconductor se recarga más rápido que una celda de baterías, esto abre la puerta a competencias más estratégicas con muchos rebases, aunque Indycar controlará el número de usos por vuelta que tenga el sistema de rebase.