¿Se acuerdan de ese dicho “demasiado bueno para ser cierto”? Pues los colombianos lo acabamos de vivir en su forma más directa. El presidente electo Gustavo Petro descartó de plano que el Gran Premio de Fórmula 1 en Barranquilla se lleve acabo alguna vez. Si bien no lo dijo así textualmente, puso unas condiciones muy difíciles de cumplir para que ese sueño se haga realidad. Sí, esto parece una noticia muy macondiana, pero recuerde que el país del sagrado corazón todo es posible. Permitamos ponerlo en contexto.
Un sueño difícil de cumplir
A principios de este año, el presidente saliente, Ivan Duque, y el alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, anunciaron con bombos y platillos que estaban haciendo gestiones ante Liberty media para traer a la Fórmula 1 a Colombia. En su momento lo dudamos mucho y le encontramos problemas por todas partes al dichoso Gran Premio de Barranquilla. Sin embargo, los aficionados nos alcanzamos ilusionar y en el fondo deseábamos que no se quedara en una simple promesa de campaña.
Pasó medio año, el país cambió de dirección política y el tema se fue olvidando. Eso hasta que el periodista Felipe Reyes abordó a Gustavo Petro para preguntarle si dicha carrera de Fórmula 1 sí estaba en sus planes. Casi de inmediato, el mandatario nos rompió el corazón, esbozó una sonrisa burlona y contesto a su estilo. Textualmente dijo “Primero hay que resolver el hambre. Sin resolver el hambre, lo que tendríamos es como un insulto a la sociedad más pobre, resolviendo el hambre, Fórmula 1, 2, 3, lo que quiera”.
Triste, pero cierto
Los que deseábamos ver una carrera de la máxima categoría en nuestro país gritamos de decepción casi al unísono. Aun así, era una decisión que se veía venir ante la titánica tarea de llevar a cabo una carrera de Fórmula 1. Hace 6 meses explicamos porque salía tan costoso organizarla y por qué era tan improbable que se llevara acabo. Era de prever que Gustavo Petro no siguiera adelante con esa idea y se enfocara en temas sociales. Si tiene razón o si es un desacierto, se lo dejamos a su criterio. Lo que sí queda claro es que esta no será otra oportunidad para que nuestros funcionarios hagan el ridículo, como suelen hacerlo.