No, no está viendo doble ni es un déjà vu. Si bien Mercedes-AMG lo exhibió por primera vez en Mónaco, aquello era un concepto casi listo para la producción; este es el verdadero PureSpeed basado en el AMG SL y con el sello Mythos de Mercedes-Benz. Insignia que destaca a los modelos más exclusivos de la marca, incluso por encima de Maybach.
En otras palabras, serán Mercedes-Benz de “boutique” con producción limitada. Ya que esta sí es la versión final, limitada a 250 ejemplares con un precio exorbitante, Mercedes-AMG se animó a revelar los detalles del PureSpeed Mythos. Empezando por el hecho que no tiene parabrisas y su conducción requiere de un casco.
Un SL con un traje más agresivo
Sí, la idea de Mercedes-AMG con el PureSpeed fue emular algunos “Mythos” o autos míticos de la Estrella de Tres Puntas. Como los roadster de antaño que destacaron en la Mille Miglia o las 24 Horas de Le Mans, tales como el 300 SLR.
El PureSpeed está claramente basado en el AMG SL 63, heredando su motor V8 de 4 litros biturbo, con 577 hp y 800 Nm de torque a las cuatro ruedas. Nada de asistencia híbrida mayúscula, el PureSpeed es un poco más purista, así tenga todo tipo de asistencias electrónicas, suspensión adaptativa y una transmisión automática de 9 marchas.
AMG confía en que el PureSpeed alcance los 315 a 320 km/h y vaya de 0 a 100 en 3,6 segundos. Toda esa aceleración se siente en el rostro de conductor y piloto, protegidos apenas por una serie de deflectores y un halo central, claramente inspirado en los actuales monoplaza de F1. Elemento que se une con las dos cúpulas con protección antivuelco tras los apoyacabezas.
Como extra y, para hacer buen uso de la exclusividad del nombre Mythos, el Mercedes-AMG PureSpeed integra estabilización electrónica de chasis, dirección en las ruedas traseras y frenos carbocerámicos.
Lo exclusivo va en los detalles
Su diseño es el de un clásico roadster, pero con el rostro afilado cual tiburón martillo de un AMG moderno. El frente se distingue del AMG SL cortesía de una nariz más prominente, luces distintas y una parrilla baja, con clara inspiración del AMG One hypercar.
Una atractiva pintura bitono roja y negra se difumina hacia la parte trasera, acompañando los faldones laterales y el halo. Atrás si no hay demasiadas diferencias frente al SL 63, más allá de la caída del baúl y cúpulas. También se encuentra un alerón activo y bastante fibra de carbono.
En la cabina del SL se agregaron sillas tipo cubo con calefacción y cuero blanco. Mucha fibra de carbono recubre la consola central y el reloj de IWC (patrocinador del equipo de F1) que vive sobre el tablero, para un extra de distinción. Y su color rojo es referencia al Mercedes con el #10 que venció en la Targa Florio hace 100 años.
Hasta los cascos son diseñados especialmente, con el color del PureSpeed y un intercomunicador Bluetooth integrado. La cereza en el pastel es una cubierta especial para proteger la cabina, por si se atreve a dejar al PureSpeed a la intemperie algún día. ¿Excesivo? Sí y el tipo de cliente que persigue Mercedes-Benz es uno que demanda esas ridiculeces, quien probablemente no lo conduzca y si lo hace, jamás irá a más de 60 km/h. Al menos es llamativo y hermoso.