Hoy le traemos otro episodio de “Cosas increíblemente estúpidas que es mejor leer en Fuel en vez de intentar en casa”. La diferencia es que esta vez el conductor rompió más que la transmisión de su carro intentando responder la pregunta: puedo saltar un puente con un carro? Y, al mejor estilo de los Duques de Hazzard, lo hizo en un Dodge. ¡Y con nitro! Más sorprendente todavía: el Dodge pudo cruzar al otro del puente, pero las leyes de la física lo esperaban del otro lado…y la policía también.
¡Gomez, el nitro!
Miguel Gomez, de 26 años, andaba por la calle Fort en Detroit cuando vio que empezaron a bajar las talanqueras del puente cruzando el rio Rouge. El puente levadizo empezó a subir y Gomez decidió hacer lo mismo que haría Bo Duke: pisar a fondo el acelerador de su Dodge Stratus. Alcanzó a pasar bajo las talanqueras y se dirigió hacia el vacío mientras el operario del puente lo veía mientras pensaba: “No, no lo salta”. Pero Locke no contaba con que Gomez, al mejor estilo de Brian O’Conner en 2 Fast 2 Furious, llevaba varias pipetas de óxido nitroso en su carro. ¿Lo más curioso? El nitro no estaba conectado al motor.
Sucede que el oxido nitroso, además de usarse para incrementar la potencia en un motor de combustión interna, también puede usarse como droga recreativa. En EE.UU lo usan para aliviar el dolor de los pacientes odontológicos, pero algunas personas compran pequeñas pipetas de N2O para inhalar: las llaman Whippits. El conductor, después de inhalar varios Whippits, logró saltar el puente, pero el aterrizaje reventó las cuatro llantas de su Dodge. Por algo al nitro también lo llamán «gas de la risa«.
Gomez, incapaz de controlar el carro, chocó contra las talanqueras del otro lado del puente y hasta ahí llegó su aventura de película. La policía llegó pronto a la escena para arrestarlo y después llevarlo ante un juez acusado de conducción temeraria y daño a bien público. Sobra decir que las acciones de Gomez no terminaron en tragedia por, no sé, intervención divina; pero es algo que solo debería hacerse en un ambiente controlado. Eso y con un carro preparado especialmente para sobrevivir la ocasión, o al menos uno que mande el nitro al motor y no al conductor.