Le siguen lloviendo castigos y palmaditas en la mano a Rusia. Esta vez fue la FIA, quien se tomó las cosas muy a pecho y aplicó castigos a todo lo que huela a vodka en el deporte motor. Este paquete de castigos de la FIA (porque no se pueden llamar sanciones) no solo incluye la cancelación del Gran Premio de Rusia de este año, sino que ya no habrá más en el futuro. La Fórmula 1 rompió relaciones de manera definitiva con el promotor de las carreras en ese país, así sin despedida ni nada. Sin embargo, eso no fue todo, porque la Federación Internacional de Automovilismo llevó las cosas a otro nivel.
A la FIA quizá se le haya pasado la mano un poco, porque casi está negando la existencia de Rusia. Para empezar, apartó del cargo a los funcionarios y representantes de esta organización en Rusia y Bielorrusia, de manera temporal. Además, la entidad no pagará ni otorgará más subvenciones a los miembros de estos países para que los sigan representando. Ya parece duro, pero esto apenas comienza.
Nada que se le parezca a una matrioshka
La FIA también prohibió las competencias internacionales en Rusia y Bielorrusia. Es decir que además de la Fórmula 1, tampoco se correrá la Fórmula 2, el WTCR ni la Copa Internacional de Drifting. Además, eliminaron todo lo que recordara a esos países, pues en los eventos de la FIA no se pueden usar banderas, escudos, himnos ni nada relacionado con la tierra de Putin. Los equipos, pilotos y patrocinadores tienen prohibido usar los emblemas rusos en las competencias.
Los rusos que deseen competir en los eventos internacionales tendrán que hacerlo bajo la bandera de la FIA para mostrar neutralidad. Los únicos que están vetados son los equipos nacionales que representen a Rusia o Bielorrusia, y que estén financiados con recursos estatales. En cambio, los pilotos y equipos independientes rusos pueden competir en cualquier categoría si eliminan todo lo que haga referencia a esos países. Mejor dicho, este es el rompimiento más tóxico que jamás se haya hecho entre una empresa y un país. Por lo menos es más radical que quitarle el cinturón negro a Putin.