Ferrari necesitaba un respiro después de la conmoción que causó el Ferrari Purosangue. Aquella camioneta que no es camioneta resultó ser un auto más bello e interesante de lo que sugiere, sea o no un sacrilegio. Si no le parece suficiente, Ferrari decidió corregir esta afrenta con un auto realmente bello. Se trata de un 812 GTS diseñado por la división Special Projects de Ferrari y recibe el nombre de SP51.
Como podrá imaginar, esta es una creación para alguien que vio un 812 normal y tomó la resolución de que no bastaba. Por fortuna Ferrari cumple los caprichos de sus clientes más acaudalados y les otorga piezas únicas que en unos años se subastarán por millones de dólares. Y aunque ahora tienen una SUV, dinero y recursos es lo que le sobra a la gente de Maranello. Lo mismo aplica para el cliente que solicitó al SP51.
El mismo sello V12…
En lo que respecta a motor y transmisión Ferrari no hizo demasiados cambios en el SP51: es el mismo V12 que motiva al 812 GTS. Ello significa que hay 790 Cavallinos Rampantes rugiendo y enviando su poder a las ruedas traseras. Pero como podrá notarlo este no es un Ferrari cualquiera, más allá de su absurda velocidad tope de 340 km/h.
…pero con una apariencia de concurso
Para empezar, Ferrari eliminó el techo y todo mecanismo eléctrico asociado con él. Así que el SP51 es un roadster tan puro como un Cadillac V-16 de antaño, y se recomienda usarlo solo en días soleados. Aunque una pieza como esta tiene en mente vivir en una colección privada o un museo y salir “muy de vez en cuando” para reuniones exclusivas con otros aficionados con al menos 9 figuras en su billetera.
Toda la carrocería es hecha a la medida, con trazos más esculpidos y suavizados en comparación al 812 GTS normal. Las luces y rines también son personalizados, y el tono Rosso Passionale se ve intercedido por una línea azul y blanca, inspirada en el Ferrari 410 S de 1955. Tal vez por ello el SP51 tiene una experiencia al aire libre permanente, para evocar esos autos de carrera que iban y venían en Le Mans o Targa Florio en los años sesenta.
Ferrari se dejó llevar por su pasión en el interior, aplicando un tono rojo a todo lo que se les interpuso. La fina alcántara posee el mismo tono del exterior, con la línea de carrera presente en la consola central y túnel de transmisión. Las costuras del volante también portan esa tonalidad azul y blanca, y hay una pizca de negro y fibra de carbón para acentuarlo todo. Este Proyecto Especial tiene como destino la ciudad de Taiwán, y seguramente costó más que todos los modelos actuales de Ferrari juntos.