Así como el chasquido de Thanos, Rápido y Furioso 10 era inevitable, al igual que su review para analizar qué tan mala era. Con la décima entrega (onceava, si cuenta a Hobbs & Shaw), la saga lleva rato andando “apenas con el olor de la gasolina”. Ya pasaron por su fase de drama y acción, luego por su frase de superespías, ya fueron al espacio y solo les falta preguntarle al Cuarteto de Nos qué más pueden hacer.
De la manera más franca posible, Rápido y Furioso 10 es la película que usted se imagina. Dos horas de acción sin parar, testosterona volando por doquier interrumpida solo por breves momentos emocionales o personajes que “intentan ser graciosos”. No obstante, hay que darle crédito a los escritores de la película porque por primera vez en dos décadas intentaron hacer algo distinto. Para una franquicia cuyo motor V8 ya solo corre en seis cilindros (o menos), es una bocanada de aire fresca. Eso no quiere decir que es buena, solo que tiene una fórmula distinta a las anteriores.
Una alerta y es que a continuación se vienen los SPOILERS, y este review de Rápido y Furioso 10 los tendrá a flor de piel. Si quiere ir a verla salte al final del texto para la conclusión. O vaya a verla y luego vuelva acá a ver si sus impresiones concuerdan con la nuestra. Pero quiero abrir con esto: es la primera vez que director, guionistas y hasta actores son conscientes del universo tan absurdo en el que viven y abrazan esa dosis de caos con gusto, porque literalmente la película en sus primeros 20 minutos inyecta acción en las venas del espectador y no para ni en los créditos.
Lo rápido…
No tengo pena en decirle que lo mejor de Rápido y Furioso 10 es Jason Momoa, incluso robándose la mitad de este review. El hombre debió recibir el guión, soltar una carcajada que durara 10 minutos y luego de aceptar se echó al hombro la película, y es lo mejor que le ha pasado a la saga en años. Momoa interpreta a Dante, el hijo del “malo” de la quinta parte, Hernán Torres, y tiene la tarea de cuidar la caja fuerte escondida en la estación de policía. La película inicia allí, cuando Brian y Toretto roban la caja fuerte y sus acciones resultan en Dante cayendo al agua y casi muriendo. A lo mejor el hombre olvidó que sigue siendo Aquaman.
Dejando atrás los villanos que se toman en serio, como Cypher (Charlize Theron), Jakob (John Cena) o Deckard (Jason Statham), Dante es un malo de caricatura. Es básicamente si el Joker entrara a este universo a complicarle la vida a Toretto. En serio, cada momento en el que Momoa está en pantalla se roba el show, lanzando disparates a diestra y siniestra luciendo una colorida y excéntrica vestimenta. Sí, Dante quiere vengarse de Toretto pero lo hará con mucho estilo, peinados raros y uñas pintadas mientras habla de ballet y música clásica. La fórmula funciona porque es el único personaje en la película que no se toma en serio la historia, y logra crear el primer villano memorable de la saga. Solo les tomó 10 películas lograrlo.
Su rol y magnetismo en escena son tan buenos, que casi logran hacer de una película de acción mediocre algo notable. Digo casi porque la locura de Momoa no basta para salvar patria pero al menos hizo llevadera las dos horas de persecuciones y explosiones sin parar. Estoy convencido que el señor Momoa fue el único en set que gozó cada instante del rodaje.
A ver, ¿qué más fue bueno? Las dos escenas con Charlize Theron “pateando traseros”, ya que la mujer insiste en hacer sus propias escenas de acción. Aunque si lo que quiere es verla en ese rol, hay mejores películas como Atómica o Mad Max Furia en el Camino. Los autos también se ven fantásticos (cuando no tienen efectos), pero en una franquicia donde aún los vehículos son predominantes, es más un requisito que un cumplido. Mis favoritos fueron el Datsun 280Z con motor de Skyline GT-R de la hermana de Elena (la ex de Toretto), el Alfa Romeo 2000 GTV de Han y el Lamborghini Gallardo de Roman Pierce (Tyrese), solo porque es manual. Algunas de las persecuciones, cuando los efectos eran prácticos, tampoco estuvieron mal, ni la referencia al nuevo juego de Hot Wheels. Ya, eso es todo.
… Y lo no tan furioso
Podría llenar este review de Rápido y Furioso 10 con mil cosas terribles. Pero a ello ya se le ha dedicado demasiada tela y tiempo, son películas para apagar el cerebro y recibir esa embestida sensorial llena de explosiones, cámaras lentas, hazañas imposibles y otras tonterías. A la décima película no le sobra eso, y desde el inicio no suelta el acelerador por nada. Tal vez era la calidad de las bocinas en el cine donde estaba pero la mezcla de sonido, particularmente en explosiones, fue bastante mala. La primera escena, que es un flashback de la quinta, luce una imagen granulada en comparación al resto de la cinta, acusando su edad versus la imagen 4K del futuro.
Es claro que desde la escena de Roma, que pone a rodar la trama (literalmente), los efectos digitales lucen fatales. No todas las escenas de acción usan efectos, pero cuando lo hacen son terribles, como esa bomba esférica rodando por Roma. Toretto, quien es un fiel creyente de que todo problema se resuelve con un Dodge Charger y una botella de óxido nitroso, tampoco escapa a estos malos efectos en esa persecución y el clímax final. Por cierto, encender una botella de NOS envuelto en llamas es una receta para morir, como ya mostró la primera película. Pero Dom es un mesías tan infinito como sus reservas de Charger clásicos y modernos. Ah, ¿y alguien me quiere decir por qué el hijo de Toretto ya no es caucásico?
La trama es predecible, los diálogos de muchos personajes no tienen sentido, y era obvio desde el inicio que la película tendría un final ambiguo. Por algo la dividirán en otras dos partes, o eso dicen. Los planes del villano Dante son cómicos, ya que cada vez que se ve acorralado, el hombre grita “¡Ajá! No contaban con mi astucia” y le da la vuelta al asunto. El sujeto tiene planes hasta para cuando sus planes iniciales fallan, y luego tiene planes extra solo por si acaso, algo gracioso que no es del agrado de todo mundo. Al final un miembro de la Agencia, el malo más obvio de toda la película, traiciona a Toretto y “aparentemente” todos mueren. Pero usted sabe que en esta franquicia la muerte no significa nada.
Pero lo peor, y de lejos, sigue siendo Tyrese Gibson. Se supone que es el personaje cómico, pero preferiría que arañaran un pizarrón que escuchar a Tyrese lanzar sus tonterías. Es pésimo, y cada vez que lo hace destruye el ritmo de la película. No sé usted pero e obvio que el hombre vino solo por su cheque, y nada se puede hacer. Un spoiler final: la Roca aceptó a regañadientes volver y sale en la escena post-créditos, listo para enfrentarse a Jason Momoa.
En conclusión
Quisiera poder decirle sin reír en este review que Rápido y Furioso 10 vale la pena solo por el papel de Momoa. Es una película para sentarse dos horas con la mente en blanco frente a una pantalla, gozándose la actuación del buen señor Aquaman y olvidándose del resto. Variedad en autos no hay, a menos que le gusten los clásicos americanos porque hay bastantes: Dodge Charger, Ford Fairlane, Chevy Impala y un Camaro ZL1 que aparece literalmente de la nada. Y por razones de marketing sale el Charger Daytona eléctrico y el DeLorean Alpha 5.
Mi veredicto es que al menos intentaron algo diferente para esta entrega, y si está dispuesto a ignorar la cara de Vin Diesel intentando decir que la fe lo es todo, disfrútela sin miedos. Es un placer culposo, así insistamos en decir que la película es mala, que lo es y con creces, pero es tan mala que es buena. Al menos se goza más que las anteriores, con todo y submarino nuclear pilotado por el regreso de Gal Gadot. No podía irme sin darle ese spoiler, pero al menos no sabe en qué parte saldrá la Mujer Maravilla.