Decir que el Toyota Century SUV es una copia de Rolls-Royce no sería justo. Sí, tiene un aspecto vagamente similar al de un Cullinan, y el Century nació en los años sesenta como la respuesta nipona a esos autos de lujo fabricados en Inglaterra y a veces Estados Unidos. Pero el Century es otro “fruto prohibido” exclusivo de la tierra del Sol Naciente, que en algunas formas supera incluso lo que podrían ofrecer modelos el doble de caros como el mismo Cullinan, un Bentley Bentayga o una camioneta de Mercedes-Benz con el sello de Maybach.
Es más, este es posiblemente el primer Toyota que no está enfocado en la sensación de manejo. No porque sea mala, ya que Toyota siendo Toyota seguramente le dio bastante atención por aquello del perfeccionismo japonés. Pero el Toyota Century SUV es un auto para dejarse llevar, para que alguien más lo lleve mientras el vehículo lo envuelve en un vasto manto cargado de comodidades, lujos y conveniencias que ni siquiera un Lexus posee. Hasta el mismo Toyota reconoce que el Century SUV es un auto “para choferes y ser transportado” por si le quedan dudas.
La camioneta del siglo
Este es el Century para marcar el resto del siglo, aunque es una frase que funciona mejor en inglés. Toyota pudo tomar la plataforma del Century sedán y levantarla un poco para acomodar la pesada carrocería de una camioneta. Pero prefirieron modificar su plataforma TGNA que será exclusiva para este modelo, y eso incluye su tren motor que debe ser más que adecuado, aunque extrañamos los días en los que el Century venía con su propio V12.
En materia de diseño es un vehículo muy discreto, lejos de la excentricidad propia de un Rolls-Royce. Es una percepción de lujo discreta, en la cual el Toyota Century SUV asume una apariencia dignificada, comunicando al mundo que sí, su dueño es muy poderoso pero no necesita gritarlo a los cuatro pulmones. Con solo verlo a la distancia sabe que es un auto diferente a los demás, y que su dueño puede transformar la vida (para bien o para mal) de cualquiera con un chasquido de sus dedos.
Una carrocería bitono recuerda al Century de los años sesenta, con grandes rines cromados para acentuar esa noción. Adelante y atrás enormes faros con cuatro unidades integradas otorgan al Century una mirada dignificada con mucha seriedad. Quizá lo único raro es el hecho de tener una variante GR Sport, la cual le vendrá muy bien a esos jefes Yakuza que quieren algo japonés con una pizca deportiva, por alguna razón.
Acogedor cual templo japonés
Lo impresionante del Century no es su exterior, sino la cabina. Las enormes puertas traseras abren en un ángulo de 75º, revelando un titánico espacio para dos ocupantes en la fila de atrás. Las sillas se deslizan con gracia, reclinándose para que el ocupante de atrás pueda acostarse literalmente y disfrutar del viaje. Para su entretenimiento Toyota dispone de dos pantallas montadas sobre las sillas frontales, y por supuesto que sillas con masaje, calefacción o ventilación.
También hay mesas desplegables para un almuerzo rápido o un picnic si así lo desea. Otra pantalla en la consola central permite administrar su propio aire acondicionado y entretenimiento. Este último con 18 bocinas con “calidad de sala de conciertos”, según Toyota. Todo coronado con esa sensación de hospitalidad y diligencia del pueblo japonés, aparentemente. Ah y el baúl posee una partición para que el ruido no “perturbe la paz de los ocupantes”.
También hay un volante al frente y las cosas que necesita un conductor pero nada de eso interesa. El trabajo del chofer es conducir nada más, no hacer preguntas sobre los controles puestos ante sus ojos. Basta con saber que el Century SUV tiene dirección en las cuatro ruedas.
De Japón solo para Japón
Otros detalles finos del Century incluyen una suspensión capaz de mitigar las fuerzas generadas por la aceleración, frenado y baches para no arruinar el confort de sus ocupantes. El modelo GR Sport tiene un detalle único, además de sus acentos negros y bodykit, y son sus puertas deslizables. Tal y como una minivan, estas proveen un acceso mucho más generoso a la cornucopia de lujos en la parte trasera, particularmente en calles o espacios estrechos.
Se nos olvidaba, solo porque el Toyota Century SUV no debe dar explicaciones sobre su motor. Pero este es un V6 twin turbo con asistencia híbrida, que produce la potencia necesaria para no hacer preguntas (406 hp), aunque un V8 no hubiese sido una mala idea. Un motor eléctrico en el tren trasero da suavidad a la marcha y tracción en las cuatro ruedas.
Toyota solo venderá el Century SUV en Japón, a través de una red exclusiva de vendedores reservada para unos “selectos miembros de la sociedad”. El Century Sedán seguirá a la venta, aunque la existencia de la SUV sugiere que desaparecerá en el futuro. A diferencia de un Rolls-Royce cuyo precio puede resultar estratosférico, un Century como estos ronda los 170.000 dólares. Una oferta en comparación a otras camionetas de lujo, y al menos esta no necesita gritar al mundo el tipo de alcurnia que posee.