Ay, Suzuki Jimny, tienes tantos estilos como diría Homero Simpson. Está el Jimny Bronco, el Jimny Cherokee y —de los mismos creadores del Jimny G-Wagen— llega ahora este homenaje a dos leyendas del rally. Tomando inspiración del Renault 5 Turbo y el Lancia Delta Integrale, la compañía japonesa DAMD dio un coqueto toque retro al Suzuki Jimny. Y es que, aunque sean carrocerías completamente distintas, las formas rectas de este compacto todoterreno no desentonan con las de aquellos míticos hot-hatch ochenteros.
Little Delta & Little 5
La base de ambas versiones es un kit de carrocería que remplaza los dos parachoques e incluye unos guardafangos más prominentes y redondeados. Dos opciones diferentes de parrilla delantera y de alerón trasero completan la ilusión y distinguen al Little Delta del Little 5, como los ha llamado DAMD. El Little Delta recibe las características dobles farolas redondas y ese inconfundible alerón casi vertical del HF Integrale mientras el Little 5, por su parte, usa las clásicas luces cuadradas y la parrilla del Renault original aunque con un alerón más sutil.
El detalle final para completar el look es un juego de rines Rally Racing fruto de una colaboración oficial entre OZ Racing y DAMD. Normalmente estos rines solo están disponibles entre 17 y 19 pulgadas, pero el fabricante italiano aceptó fabricar unas unidades de menor diámetro pues el Jimny equipa originalmente aros de 15”. Este tipo de modificaciones podrán no gustarle a todo mundo, pero hay algo que respeto mucho de DAMD y es su sentido del humor. Saben bien qué están haciendo y lo hacen con cariño en vez de tomarse demasiado en serio.
Basta fijarse en esas calcomanías del Little 5 que dicen non TURBO para sonreír y entender que estos diseños no tienen mayores pretensión que divertir. Estos Suzuki Jimny disfrazados de Renault 5 y Lancia Delta tendrán su debut oficial en el Tokyo Auto Salon que arranca el 12 de enero del próximo año. DAMD no ha anunciado precios, pero sus kits suelen rondar los ¥700.000 (yenes); eso equivale a unos veinte millones de pesos colombianos (o casi 5.000 dólares americanos), pero el estilo ochentero no tiene precio.
