No será el Nautilus, ni tampoco contará con la locura del Capitán Nemo ni Phileas Fogg; pero la ambición y tecnología de este auto es equiparable. Salude a Verne, no Jules Verne, sino el nuevo taxi autónomo que Mate Rimac y su compañía croata esperan sea el futuro del transporte urbano.
Ya sé lo que piensa, la idea de un vehículo sin conductor que lo lleve de A hasta B aún es una utopía. Otros servicios que intentaron esto no han tenido gran éxito y resultan en más accidentes y problemas que soluciones. ¿En qué se diferencia esta idea? No será un Rimac Nevera con cantidades ridículas de poder, pero Verne es un servicio que se presenta casi como un chófer autónomo y robótico que puede ser contratado y alquilado a su gusto y discreción, un taxi premium si así lo prefiere.
Si Total Recall me enseñó algo, es que no es una buena idea insultar al taxi cuando se baje de él. Está advertido (sarcasmo).
Taxis que se conducen solos
Verne no sólo es el nombre del vehículo, también es la aplicación que controla este servicio de transporte autónomo creado por Mate Rimac. Que no lo engañe su forma algo convencional, Verne es un vehículo desarrollado en torno al confort, el buen servicio y la facilidad de mantenimiento por encima de todo.
Para empezar es eléctrico, eso era de esperarse con Rimac. Este vehículo con aire de cápsula espacial (estilo El Demoledor) tiene un diseño simple, sin nada de exageraciones. La compañía Mobileye proporciona el software de conducción autónoma, que se vale de radares tipo LIDAR, sensores y cámaras para controlar el vehículo. Verne es capaz de identificar el clima, condiciones del camino, flujo del tráfico e incluso los patrones de conducción de otros vehículos para adaptar su propio manejo autónomo.
Rimac también habla de un concepto de madre nodriza; en esencia la base donde todos los Verne llegarán a recargar sus baterías, diagnosticar sus sistemas y aplicar reparaciones o limpieza de ser necesario.
El usuario por encima de todo
¿Y cómo funciona? Bueno, Mate Rimac nos dice que su servicio de taxi autónomo debutará en 2026, momento en el cual la aplicación y servicio Verne estarán disponibles al público.
A través de ella, los suscriptores pagarán una suma para contratar el servicio, sea por el día o por un mayor tiempo que la marca no especificó. Mientras Verne está en camino, el usuario puede ajustar desde la aplicación cosas como la temperatura de la cabina, la música, iluminación o privacidad de los cristales y hasta el aroma del interior.
Al llegar, Verne abre sus puertas corredizas, para ocupar menos espacio y no bloquear el tráfico. Sólo tiene espacio para dos ocupantes, porque Rimac dice que la mayoría de servicios de taxi no excede ese cupo de pasajeros. Aquí el vehículo lo llevará a su destino con la ruta más óptima y eso es todo, ojalá sin accidentes ni problemas.
Es más, Rimac asegura con confianza que el Verne tiene mucho más espacio que un Rolls-Royce para sus ocupantes.
¿El futuro es hoy?
Dado que el vehículo se desarrolló de adentro para afuera, la prioridad son los pasajeros. No hay un volante ni pedales, sólo dos poltronas con mucho confort. Una gran pantalla de 43” ofrece opciones de entretenimiento y se comunica con los pasajeros, mostrando el estado del vehículo. Algunas opciones pueden controlarse, haciendo que el pasajero sienta que Verne es suyo, así nadie pueda comprar uno, sólo alquilarlo.
Existe, no obstante, un mando que permite detener o arrancar el vehículo de forma manual, si así se desea. Y sí, Verne ofrece un baúl al igual que un sistema de sonido con 17 altavoces. Una nota final y es que Verne y su forma peculiar tiene detalles ausentes como espejos o limpiaparabrisas, ya que no son necesarios porque no hay conductor. Curiosamente, no hay un avatar o inteligencia artificial como tal que salude al pasajero u ofrezca mensajes personalizados y quizá así está mejor.
El servicio autónomo Verne debuta en 2026 en Zagreb, cerca a la base de Rimac. La marca ya construye la base (nave nodriza) al igual que una línea de producción para ensamblar sus “robotaxis”; con la esperanza de expandirse poco a poco por Europa y finalmente el resto del planeta.
Si Jules Verne podía encantarnos con sus relatos fantásticos, el equivalente futuro y autónomo promete bastante. Quizá así el tráfico de las ciudades mejore, porque seamos francos: no todos ahí afuera disfrutan del acto de conducir.