Para ayudarlo a superar el blue monday, le traigo una historia ideal para impresionar a cualquier harlista porque, créalo o no, Harley-Davidson hizo una moto deportiva llamada VR 1000. Su creación fue el intento por volver a las carreras y uno de esos ejemplares está a la venta. No, no es una custom de carácter deportivo como la Sportster S. Se trata de una deportiva de verdad, de esas que se pilotan inclinado hacia adelante y con carenado. Permítame arreglar su lunes con un poco de historia difícil de creer.
La casa de subastas Mecum se está preparando para su primer evento del año y que mejor forma de atraer la atención que con una Harley-Davidson VR 1000 de 1994 en el catálogo. Cualquier harlista que la vea no sabrá cómo reaccionar, ya que es la antítesis de todo lo que representan las motos de la casa de Milwaukee. Quizá esta historia lo motive a pegarse la primera endeudada del año.
Rompiendo los paradigmas
La historia detrás de la Harley-Davidson VR 1000 es la misma de muchos modelos únicos en el mundo: fue motivada por las ganas de competir. En 1986 la marca estaba saliendo de una crisis financiera seria y el mismísimo Willie G. Davidson estaba de vuelta. Con él llegaron los deseos de recuperar el honor de la marca en las pistas de carreras. Por variar, quería dominar una categoría nueva, la MotoAmerica de la American Motorcyclist Association, categoría exclusivamente para deportivas. Con el objetivo fijo, era hora de pedir ayuda para construir una máquina invencible.
No todo son victorias en la vida
El equipo administrativo de Harley-Davidson juntó a un puñado de ingenieros y empresas con experiencia en las carreras para desarrollar el proyecto. Después de explorar varias posibilidades, salieron con la Harley-Davidson VR 1000. Se trata de una colección de piezas con firmas famosas por todas partes. El motor lo desarrolló Cosworth con modificaciones de Branch Flowmetrics y Roush Industries. El resultado fue una unidad de 2 cilindros en V a 60° de 992 cc que entregaba 140 HP, figura nada despreciable para un motor que lograba subir hasta las 13.000 RPM.
Todo esto da para que esta sea una leyenda sobre las pistas ¿verdad? Pues no del todo. El desarrollo de esta moto terminó en el año 94 y ya para entonces estaba obsoleta respecto a su competencia. Todo a pesar de que tenía lo mejor de lo mejor: carenaje de fibra de carbono, frenos Willwood (luego los hizo Brembo) y suspensión Öhlins. A pesar del esfuerzo, la moto nunca pudo entregar lo que prometía.
Al final, Harley-Davidson produjo 50 unidades de la VR 1000, 25 homologadas para la calle y 25 para las carreras. Sin embargo, los resultados en las pistas impidieron que se hicieran más, o que saliera una nueva generación. Quizá es por eso que los harlistas no gustan de este tipo de motos, porque les recuerda ese pequeño fracaso; una mancha en un brillante palmarés. Este ejemplar a la venta se espera que supere los 100.000 dólares en la subasta, algo muy probable si tenemos en cuenta su historia y los pocos ejemplares que existen en el planeta.