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Señoras y señores, bienvenidos al futuro. No es 100% eléctrico, sino como Toyota lo lleva promulgando por décadas, el mañana es híbrido. Al menos cuando hablamos de autos para detener el pulso y acelerar las emociones, como el nuevo y anticipado BMW M5, que se vale de un tren motor híbrido para ser la creación más brutal y potente jamás concebida en Baviera.

Si a un modelo debemos la popularidad de la división M hoy en día es al M5. Porque, aparte del radical M1, el M5 E28 fue el M original y desde el día cero fue pionero dentro de BMW: primero usando un literal motor de carreras “domesticado” y ahora con poder híbrido. Por el M5 pasó de todo, desde motores V8 hasta un V10 con transmisión manual y desempeño que haría sudar a un Lamborghini. Así que es más que apropiado que se siente en la cima del trono de alto desempeño de BMW. Lo siento XM, pero ¿quién te conoce?

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Lo mejor de dos mundos

Si me lo pregunta, la clave del alto desempeño está en la sinergia entre un motor a combustión y otro eléctrico. Mire los prototipos de Le Mans, llevan más de una década mostrando por qué un tren híbrido funciona, por qué gana carreras y pone en alto los nombres de Audi, Porsche, Toyota y ahora Ferrari.

Qué apto saber que BMW está en esa categoría, porque podría decirse que el nuevo M5 es como el M Híbrido V8, sólo que para calle. Adelante respira el típico V8 4,4 litros biturbo con una potencia máxima de 577 caballos; inferior al anterior M5 CS cierto, pero no está solo. Un propulsor eléctrico unido a la transmisión automática de 8 marchas es capaz de producir 194 hp y 280 Nm de torque por sí solo.

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Los ingenieros de BMW no disfrutaron adaptar este V8 al frente del nuevo Serie 5, diseñado para motores seis en línea.

En conjunto, BMW fija la cifra del monstruoso M5 en 717 flamantes equinos (o 727 PS) y 1.000 Nm de torque a las cuatro ruedas. Sin dudas, el Bimmer de calle más potente de toda la historia, punto.

Domando sus más de 2.400 kg

El gran talón de Aquiles para un híbrido es el peso. Con una batería de 14,8 kWh (netos), su correspondiente puerto de carga, sistemas eléctricos y el lujo del M5, este titán germano detiene las escalas en 2.4 toneladas.

Para contrarrestarlo, la magia de la tecnología le permite a BMW añadir suspensión independiente con estabilización cinemática y amortiguadores adaptativos. Esto cancela el balanceo del chasis y el peso, permitiendo que solo la brutalidad del V8 y su chispa eléctrica se sientan. Dirección en el eje trasero y un diferencial tipo LSD ayudan.

Frenos carbocerámicos, rines en aleación de 20 o 21” y, no pueden faltar, los variados modos de manejo. Esos que dejan jugar con los límites del M5, califican sus derrapes, aprovechan al máximo el jugo del sistema eléctrico y ofrecen dos modos exclusivos para pista, siempre y cuando suelte algunos euros más e instale el paquete M Drive Pro.

En teoría, todos los ajustes de frenado, chasis, suspensión y potencia están a su disposición. ¿Nuestro veredicto inicial? El M5 es una berlina sinónimo de violencia, cuyo trabajo es acelerar de forma brutal y sostenerse en curvas a pesar de su masa. Bajo ese criterio, el BMW M5 híbrido cumple a la perfección y suma una melodía V8 para complacer los oídos.

¿0 a 100 km/h? 3,5 segundos, cifra clave cuando de persecuciones se trata. Su velocidad máxima está limitada a 305 km/h con el paquete M Driver, lo que significa que fácilmente este titán bávaro puede exceder los 330 km/h.

Estilo rudo y algo controversial

Si la idea de un M5 híbrido le parece controvertida, su diseño es el punto que concentra toda la polémica de BMW por estos días. Ese estilo entre sobrio y deportivo del Serie 5 “estándar” da lugar a un corte mucho más “carnudo”, más agresivo e intimidante.

Bajo la riñonera iluminada emerge una defensa con más músculo y tomas de aire más grandes, la trocha es 75 mm más ancha así que los pasos de rueda son de fisiculturista, piezas en fibra de carbono y cuatro escapes se asoman entre un difusor gigante. Lo más discreto, además de las pinturas oscuras, es el pequeño spoiler trasero. Y sí, el M5 tendrá a futuro una versión Touring para “más placer”.

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Por dentro, fuera de las sillas tipo cubo, copiosas cantidades de fibra de carbono y nuevos modos M, el M5 no difiere demasiado del Serie 5. Allí está la pantalla curva que BMW insiste en utilizar, esos cristales que adornan la cabina y emiten la luz ambiente, la perilla en el centro de la consola, en fin. Las levas son más grandes y hay un par de botones extra para jugar con los modos “poderosos” del M5 y eso es todo.

Bestial, pero con mucha alcurnia

Recuerde, este no es un sedán híperdeportivo de elevada tensión. Sí, tiene la potencia y los números, pero este es un gran turismo para acelerar a fondo y ver cómo todo se hace más pequeño en el retrovisor. Es una experiencia exuberante, por encima de todo cómoda y con potencia de sobra.

Así siempre fue el M5, un sedán de lujo que casualmente puede ir a la par de un Ferrari o un Porsche. Es tecnología de pista para hacer el sedán insignia perfecto y aunque tiene más tecnología, superficies táctiles y todo tipo de parafernalias electrónicas, la esencia sigue allí.

Además, aún falta el M5 Touring, que será más práctico y pesado, al igual que un M5 Competition para quienes exijan esa experiencia radical que sí pose un M3 CS. Eso si los ingenieros de BMW M nos complacen con dicha idea.

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Andrés Suárez
Cine🎬/Fotografía📸/Autos🚗. A veces hablo locuras sobre carros en Fuel Car Magazine.

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