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El empresario estadounidense Jeffrey Carpoff duró años reuniendo una colección maravillosa de carros. Hummers, un Bentley Continental GT, hot rods, Fiats 500, dos Tesla, dos Jaguar XKR, docenas de muscle cars clásicos y modernos: la colección tenía de todo. Y digo tenía porque Carpoff cometió un pequeño error: los más de 140 carros de su colección fueron pagados con dinero de una pirámide. Debido a esto, Carpoff está en problemas legales y el Servicio de Alguaciles de EE.UU puso en subasta su colección este fin de semana. ¿El resultado? Un total de más de ocho millones de dólares…

¡A pagar!

Carpoff y su esposa eran dueños de DC Solar Solutions, una compañía que fabricaba, alquilaba y vendía generadores eléctricos de energía solar para eventos. Hasta ahí, normal. El problema es que su modelo de negocios estaba basado en lo que se conoce como un esquema Ponzi o, en idioma colombiano, una pirámide. Carpoff le pagaba a los viejos inversionistas con el dinero de nuevos inversionistas y así sucesivamente hasta que llamó la atención del FBI y el IRS (la DIAN gringa). En total, se estima que Carpoff le debe a sus inversionistas más de un billón de dólares y, aunque su juicio está pendiente, el Servicio de Alguaciles de EE.UU subastó sus carros. ¡Y viera los carros!

La colección de 149 carros estaba inicialmente avaluada en cuatro millones de dólares, pero Carpoff tenía cosas tan interesantes que al final la subasta recaudó más del doble: US$8.238.825,00. Nada sorprendente considerando algunos de los carros. Había muchas rarezas, por ejemplo: un Pontiac Firebird que perteneció a la estrella de cine Burt Reynolds, cuatro Hummer H1 diferentes, cinco Chevrolet Volt modelo 2018 idénticos, tres Fiat 500 clásicos y uno moderno, dos Ford Modelo T personalizados al mejor estilo hot rod y dos Volkswagen Escarabajo. Ah, y una casa rodante de lujo que se vendió por más de un millón de dólares. Y seis Camaro SS de diferentes generaciones, incluido un modelo 2010 modificado por Hennessey Performance. Y falta…

¿Ilegal? Sí. ¿Buen gusto? También…

El principal componente de la colección de Carpoff, sin embargo, era su colección de Mopars. Entre ellos se encontraban un Dodge Challenger SRT Demon, un Viper RT/10 y una multitud de invaluables iconos de los sesentas y setentas. Darts, Challengers, Chargers, Coronets, Barracudas, Road Runners y dos de los modelos más codiciados en la historia de Chrysler: un Charger Daytona y tres Plymouth Superbirds, ediciones limitadas de homologación diseñadas para dominar NASCAR. Como si fuera poco, la colección también incluía unos Ford Shelby Mustangs de infarto.

Un Mustang Shelby Super Snake de 2007, para empezar, pero el plato fuerte fueron tres unidades del Mustang Shelby GT500E. A falta de una, Carpoff tenía tres Eleanor diferentes. Sí, esa Eleanor, con nitro y todo. ¿Mi favorito personal? Difícil de decidir, considerando el buen gusto de Carpoff, pero estaría entre uno de los GT500E que parecen salidos de Gone in 60 Seconds y un Chevrolet Nova ’62 completamente modificado para el cuarto de milla y que Carpoff no podrá volver a disfrutar. Así que ya sabe: una pirámide podrá pagar una colección de carros de ensueño, ¡pero lo que fácil viene, fácil se va!

Alejandro Ramirez Pulido
Redactor Web de la revista Fuel, corredor amateur y bicho raro de tiempo completo.

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