Esta es la definición de juguete para adultos, sin importar si son hombres o mujeres. Bentley decidió construir una réplica “encogida” del clásico Blower de 1929, convirtiéndolo en un juguete eléctrico para que viva su sueño de vivir en los años veinte. No nuestros años veinte, sino la época de 1920, ojalá antes de la prohibición y la caída de Wall Street.
Con esta joya de su lado puede invocar el espíritu de Sir Henry Birkin, quien hiciese famoso a estos Bentley hace 100 años. Rápidamente algo de contexto: Bentley decidió revivir al Blower con una serie de continuación en 2020 junto al Speed Six más recientemente. Para aquellos que no tienen un par de millones de dólares a la mano la casa británica decidió ofrecer una alternativa: una réplica a escala que es legal para conducir en las vías, pero con un propulsor radicalmente diferente.
Fantasía de los “felices años veinte”
Este “mini” Bentley Blower es en esencia un kart eléctrico para el aficionado de la cultura steampunk. Con el apellido Junior, está clasificado de forma similar a un carro de golf o un cuadriciclo, lo que significa que puede usarse en ciertas vías dentro de la ciudad como áreas residenciales. Dotado con un pequeño motor eléctrico de 20 caballos de potencia, el Blower Junior es capaz de superar los 70 kilómetros por hora, o 40 si se encuentra en Estados Unidos. Nación en donde estará limitado a esa velocidad.
Más allá de eso es una pieza forjada de forma exquisita, con todo el espíritu de un auto de hace cien años. Podrá ser eléctrico, pero el Bentley Blower replica cada detalle del modelo original, desde las palancas para operar sus marchas o frenos, el enorme volante, los asientos sencillos, etc. En interés de la pureza, Bentley conservó los frenos de tambor atrás, aunque con actuación hidráulica, al igual que la suspensión con resortes elípticos adelante y llantas delgadas “estilo bicicleta”. Una lástima que los goggles no vengan incluidos.
Este juguete (o capricho) cuesta unos $115.000 dólares, confirmando que es un antojo diseñado para un público muy selecto. No son los dos o tres millones que cuesta el auto real, aunque a cambio se tiene una réplica con mucho detalle y que ciertamente girará cabezas a donde vaya. Su rango de 100 km también ayuda a recorrer distancias sorpresivamente largas. Ahora la pregunta es, ¿dónde conseguimos $115.000 dólares?