En los años de Colin Chapman Lotus era una compañía que quería participar en la mayor cantidad de disciplinas posibles. De Fórmula 1 pasando por Indycar y USAC hasta Le Mans y una de las series más espectaculares de los sesenta: Can-Am. De esa motivación nacieron un gran número de autos innovadores, como los monoplazas de F1 con efecto suelo o de motor central, turbinas, doble chasis, en fin. Si existe probablemente Lotus lo inventó o tuvo algo que ver, pero no siempre esos proyectos veían la luz del sol. Uno de ellos fue el Lotus Type 66, un auto de carreras diseñado para dominar en Can-Am.
Un bólido que solo quedó en planes
Can-Am, una abreviación del Campeonato Canadiense-Americano que nació en 1966 cuyo objetivo era atraer pilotos internacionales para competir en Canadá y EE.UU. Usando prototipos del Grupo 7, con restricciones casi nulas en términos aerodinámicos y tamaño del motor, rápidamente se convirtió en una de las categorías más atractivas del planeta. En gran parte por los prototipos descabellados que competían en ella, muchas veces con motores que superaban los 1.000 hp y eran más rápidos que un Fórmula 1 de la época.
Naturalmente Lotus quería una tajada de la acción, así que Colin Chapman encargó a su diseñador Geoff Ferris con la tarea de diseñar un auto para esta competencia. Usando muchas de las novedades que introdujo el Lotus 72 a F1, el Type 66 usaría radiadores montados a los costados, suspensión activa y una forma de cuña aerodinámica. Sin embargo, Lotus decidió cancelar el proyecto antes de construir un modelo funcional para enfocarse en Fórmula 1 y otras categorías.
Los bocetos, dibujos técnicos y especificaciones del Lotus Type 66 permanecieron en un maletín especial, durmientes. Hasta que el hijo de Colin, Clive Chapman, los trajo de nuevo a la luz.
Renacer del Siglo XXI
Mientras muchas marcas lanzan versiones de pista de sus modelos actuales, Lotus decidió recrear esta oda al pasado. 53 años después el Type 66 es una realidad y es la forma más impactante de dominar un track day, porque Lotus insiste que es más rápido que cualquier auto GT3 moderno.
Todo el material del proyecto fue digitalizado y puesto en diferentes simulaciones para perfeccionar su aerodinámica. Algo imposible para la época en la que fue concebido, pero que gracias a la tecnología actual es posible sin manchar la pureza del vehículo. Es lo que usted se imagina, un prototipo de cabina abierta, aerodinámica simple pero efectiva capaz de una carga de 800 kg a 240 km/h, más que el peso del Lotus Type 66. En teoría podría conducir al revés, si encuentra un lugar lo suficientemente grande.
Quizá el único elemento modernizado es el chasis reforzado a estándares modernos y una transmisión secuencial de 6 marchas. Lotus no reveló exactamente el origen de su motor, pero es un V8 con válvulas en la culata que produciría unos 819 caballos de potencia. Probablemente sea un motor clásico de Ford o Chevrolet, dado que ambas marcas aún ofrecen propulsores de esas características.
Solo se fabricarán 10 ejemplares de este auténtico juguete para pretender que es Emerson Fittipaldi o Mark Donohue. Lotus no quiso confirmar un precio exacto, limitándose a decir que “supera el millón de libras esterlinas”. Nadie nunca dijo que la nostalgia era asequible.