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Bienvenido de nuevo a una entrega más de autos olvidados y conceptos cancelados. Ese rincón automotriz que nos presenta con realidades alternas y modelos que nos llevan a pensar en lo que pudieron conseguir. El protagonista de hoy es uno que aquellos que jugamos Gran Turismo en el Play Station original conocemos muy bien y de hecho nos entretuvo por horas imaginando un auto tan bello e impactante. Es el Dodge Copperhead o solo “Concept Car”, un biplaza deportivo que nació tras el éxito del Viper en la década de los noventa.

¡Deportivos para todos!

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Cómo olvidar ese diseño, con una aleta curiosa que atravesaba la parte trasera y su vibrante color naranja.

Chrysler atravesó un periodo interesante durante la década de los noventa. Apenas 10 años antes Lee Iacocca los había salvado de la bancarrota utilizando la magia de la plataforma K y lanzando uno tras otro vehículos sensatos y bien pensados, como la minivan. Seguro había espacio para algo de diversión, como las colaboraciones con Carroll Shelby, pero nada descabellado.

Ello cambió a finales de los ochenta cuando los ingenieros de Chrysler querían un deportivo. Hasta compraron Lamborghini para tal fin, pero terminaron creando todo ellos mismos. El brutal Dodge Viper fue el fruto de este desarrollo, un vehículo completamente descabellado para la época, con un motor V10 descomunal y cuyo único sistema activo de seguridad era el conductor. Así pues, el Viper era para adictos a la adrenalina que deseaban mirar a la muerte cara a cara mientras luchaban por mantener el control de su V10.

El Viper amigable

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Aquí descansa el Copperhead, en el museo de Chrysler en Detroit.

Con la aparición y subsecuente éxito del Mazda Miata, que marcó un renacer de los convertibles divertidos, Dodge quería una pieza de esta acción. Pero el Viper era demasiado tosco y agresivo; sin mencionar su precio. Entonces Dodge tuvo la idea de crear una alternativa “más amigable”, una especie de “baby Viper” que eventualmente se llamó Copperhead.

Este biplaza era para aquellos que querían sentir el viento en sus caras sin el temor a perder la parte trasera del auto. Porsche se subió al ruedo también con el Boxster, convenciendo a Dodge que este proyecto era viable. Así a finales de los años noventa, luego de vender Lamborghini y a puertas de fusionarse con Daimler Benz, Dodge creó al Copperhead.

Orígenes humildes con grandes promesas

Por la misma época Dodge lanzó al compacto Neon, que es notable por un par de cosas. Una, su chasis y excelente maniobrabilidad, y dos que vendió bastante. Dodge buscaba una plataforma para darle vida al Copperhead, y en vez de acortar el chasis del Viper, se decantaron por el del humilde Neon porque era perfecto para el proyecto. El mayor cambio fue pasar de tracción delantera a trasera.

El orgullo de Dodge era el motor, un V6 de 2.7 litros y doble árbol de levas totalmente nuevo, antecesor del V6 Pentastar. Es más, ese motor alcanzó a utilizarse en el Dodge Journey. En el caso del Copperhead, producía 220 caballos de potencia, equivalentes al Boxster estándar de la época. Una transmisión de 5 marchas provenía de la pickup Dakota, y Dodge utilizó componentes de la suspensión del Chrysler Sebring y Eagle Talon, este último un Mitsubishi Eclipse con otro nombre.

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Su interior era simple pero funcional, típico de un deportivo.

Podría ser un Frankenstein, pero el desempeño estaba ahí. Sin duda el elemento que hace del Copperhead un auto tan memorable es su apariencia. Una carrocería pegada al piso, enormes rines, silueta curvilínea con pasos de rueda musculosos y un capó largo e imponente como el Viper. Todo coronado por ese atractivo color naranja cobre (Fire Copper Orange), y este biplaza era un auto que se robó las miradas a donde quiera que mirara.

Breve mención a su interior, ataviado con cuero oscuro que simulaba las escamas de una víbora y cuadro de instrumentos en el centro, como un BMW Z8 o el Plymouth Prowler (más sobre este en un momento).

Generando entusiasmo en Detroit

Dodge inició el desarrollo de este deportivo en 1993, y para 1997 estaban listos para revelarlo al mundo. Eligieron el Salón de Detroit para deslumbrar al mundo con el Copperhead, y de entrada tuvieron un problema. El guitarrista de la banda ZZ Top había patentado el nombre “Kopperhead” para un Ford Hot Rod personalizado en su posesión. Dodge se evitó el problema legal rebautizando al Copperhead como el “Concept Car” a secas. Nombre que apareció en todo material publicitario, incluyendo sus actuaciones en Gran Turismo.

El Copperhead fue un éxito en el Salón de Detroit, acaparando un entusiasmo sin precedentes que casi confirmaba su producción. Dodge también tenía serias intenciones de fabricarlo en masa. Si el Miata era el regreso del Lotus Elan, para Dodge el Copperhead era el renacer del Austin-Healey. Palabras de los ejecutivos de Dodge en su momento.

Parecía inminente su producción antes de comenzar el nuevo milenio, y el mercado de deportivos se mantenía fuerte, aunque no tanto como Dodge esperaba. De cualquier forma el entusiasmo estaba por las nubes, y solo faltaba concretar unos detalles. Como su precio, que rondaría los 30.000 dólares para la época.

El Plymouth Prowler fue el Copperhead que sí llegó a producción, pero fue una decepción. Note sus rines que son casi idénticos a los del Copperhead.

Promesas desinfladas

Toda esa emoción se disipó tan rápido como el humo creado al quemar llanta. Daimler se unió con Chrysler y hubo un fuerte cambio corporativo. El Plymouth Prowler sí llegó a fase de producción pero fue un colosal fracaso, solo porque muchos esperaban que su apariencia hot rod tuviera un V8 y transmisión manual, en vez de un V6 y cambios automáticos.

Lo que ahora era Daimler Chrysler perdió el entusiasmo ante el Copperhead, y al ver que el mercado comenzó a demandar SUVs, decidió enfocarse en ello. Aun así Dodge persistió y fue moviendo la fecha de lanzamiento del Copperhead, hasta que inevitablemente canceló el proyecto y guardó el único ejemplar en el museo de Chrysler.

Uno de los Vipers que llevó este color tan único, único vestigio del Copperhead.

Lo más cerca que estuvimos del Copperhead fue una serie limitada de Vipers con este color anaranjado en 2005. Y por supuesto sus apariciones en Gran Turismo, cuya segunda instalación tenía una versión ficticia para pista de color plateado y un enorme alerón. Auto que era de los favoritos de este servidor durante las miles de horas que invirtió en GT2.

Tal vez es mejor así…

Con el Copperhead, el similar Plymouth Pronto Spyder (con una configuración similar) pasaron a mejor vida. Plymouth también desapareció, y la presencia de Daimler que ya tenían al Mercedes-Benz SLK convencieron a Chysler de aprovechar su plataforma existente para reducir costos. Así fue que nació el Chrysler Crossfire, un deportivo biplaza con un diseño muy atractivo pero que nunca fue muy exitoso.

Eventualmente Chrysler tuvo su deportivo biplaza con el Crossfire. Aunque fue otra decepción.

Tal vez el futuro del Copperhead estaba marcado de forma similar. El Porsche Boxster y Honda S2000 vendieron bien, pero no eran autos que representaran grandes volúmenes, y Chrysler lo que necesitaba era un best-seller global.

Por más que nos duela, tal vez fue mejor que el Copperhead no existiera y evitara una decepción como la del Prowler. Al menos nos queda su presencia en Gran Turismo, solo basta ir al juego y encontrarlo allí, usarlo en algunas carreras pensando en lo que pudo conseguir el “baby Viper” en la vida real.

Andrés Suárez
Cine🎬/Fotografía📸/Autos🚗. A veces hablo locuras sobre carros en Fuel Car Magazine.

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