El carro que motorizó a la clase media colombiana celebra sus bodas de oro con un recuerdo imborrable en las miles de familias a las que les brindó la posibilidad de estrenar su garaje con un automóvil propio. Esta es la historia del primer Renault 4 vendido en Colombia hace 50 años.
“Cuando mis amigos me veían en la calle montado en el Renault 4 me preguntaban si era que me había quebrado”.
Así contaba el médico traumatólogo Darío Mesa Upegui sus primeras anécdotas a bordo de un Renault 4, el primero que se vendió en Colombia el 26 de agosto de 1970. Pero ese ejemplar había pasado ya 40 días en la vitrina de Agenciauto en la carrera Palacé de Medellín esperando a que alguien se decidiera por sus novedosas formas y sus posteriormente reconocidas bondades.
El doctor Mesa ya lo había visto en Europa y por eso se decidió por él y giró el cheque por $73.900 pesos de aquella época, más o menos 65 millones de pesos de hoy. Carísimo. Posteriormente, ese precio sería rebajado a $51.900 pues el Gobierno se dio cuenta de que había liquidado mal la tasa impositiva. Errores de juventud.
Aquel 15 de Julio de 1970
Aquel miércoles 15 de julio de 1970 había salido el primero de los 97.050 Renault 4 que se ensamblaron en Colombia hasta febrero de 1992. Fueron casi 22 años de historia en los que este carro, a mitad de camino entre un hatchback y un SUV de los de hoy, sirvió para todo en Colombia. Desde vehículo familiar hasta un cajón de carga gracias a una sorprendente modularidad, nunca vista antes en un vehículo vendido por estos lares.
Y es que el Renault 4 había nacido nueve años antes, allá por 1961, gracias a los designios de Pierre Dreyfuss, Presidente de Renault, que quería un modelo barato, desprovisto de todo lujo y solo con lo básico para sobrevivir, con el fin de hacerle competencia a los superventas de aquel entonces en Europa: el recién comercializado Mini, el Citroën 2CV, el FIAT 500 y, por supuesto, el entrañable Volkswagen Beetle. Ellos ya tenían el 4CV, reemplazado por el Dauphine, pero no lograban hacer mella al cuarteto mencionado.
La llegada de un ícono
Cuando se creó Sofasa un año antes para ensamblar modelos de la casa francesa, quedó claro que la primera referencia iba a ser el Renault 4, el más fácil de hacer y el más barato que tenían. La idea era tener en Colombia un automóvil de consumo masivo, enfocado a la creciente clase media nacional y que sirviera tanto al universitario recién patentado como a la familia tradicional y a quien necesitara un medio de transporte que sirviera para todo.
En un comienzo no fue fácil que la gente lo aceptara. Acostumbrados como estaban a los grandes ejemplares norteamericanos con metros y metros de latas y estómago para seis personas, lo veían como un cacharro endeble con latas “de tarro de galletas”, según contaban en aquella época, los consumidores lo miraron con recelo y sorna.
El Renault 4 fue motivo de burlas constantes hasta que comenzó a demostrar sus inigualables dotes. Se recorría Colombia de punta a punta sin problemas, lo arreglaban en cualquier andén y su mantenimiento era casi testimonial. Además, con agresivos planes financieros, cualquier oficinista podía hacerse a uno.
Así fue creciendo su población en Colombia, desde aquel 850 de 28 caballitos, pasando por el Plus 25 de 34, el Master que modernizó el tablero y los asientos, el Brisa, que le quitó las puertas y le puso techo de lona, el juvenil Jogging con llamativas grafías y el Lider con el brioso motor 1.3 heredado del R9, que el Renault 4 se convirtió en “El amigo fiel” de casi 100.000 familias en el país que lo acogieron como uno más de sus casas. Muchas, hasta el sol de hoy, medio siglo después.