Desde las más profundas regiones de Baviera en Alemania nos llega este “juguete”. No es CSL, es el BMW M4 CS, la versión de alto desempeño que faltaba en el portafolio de BMW M, no solo para acompañar al M3 CS, sino también para eclipsar a los modelos Competition en todo aspecto. Sí, será un deportivo germano, pero dado su retoque estético, agresividad y potencia, bien podría ser un muscle car a la Oktoberfest.
Digamos que es la continuación del M4 CSL, ese tributo al 3.0 CSL original con el que BMW nos sorprendió hace un par de años. Aquel era un modelo de colección, con absolutamente todos los juguetes posibles, placas especiales y un precio exclusivo. El nuevo BMW M4 CS es una edición light, en el mismo sentido que la Coca-Cola y la Coca-Cola Zero son casi lo mismo, salvo unas gotas de azúcar.
El M4 definitivo
Ello no quiere decir que el M4 CS es descafeinado ni aburrido, todo lo contrario. Es la versión definitiva y más potente del M4, ya que BMW sube la presión de ambos turbo para que ese seis en línea se eleve de 502 a 543 caballos de potencia. Furia que va a las cuatro ruedas cortesía de una transmisión automática de 8 marchas, aunque BMW dice que gran parte de la potencia está dirigida a las ruedas traseras.
Ello quiere decir que el M4 CS es en esencia un juguete para derrapar por días, para quemar llanta y volar por la Autobahn. Su escape en titanio es más ligero y emite una nota adictiva, la suspensión es más firme, el motor tiene soportes más rígidos, los frenos de disco tienen un compuesto especial o pueden ser carbocerámicos, en fin.
En total, la dieta a la que sometió BMW al M4 CS desecha unos 35 kg comparado al M4 Competition. Y es de los pocos BMW cuya velocidad estándar supera los 300 km/h; de hecho está limitada a 302. Sin ese limitador, fácilmente un M4 CS puede romper la barrera de los 320 km/h sin sudar una gota.
Balada en fibra de carbono
No hay detalle que cambie la enorme riñonera del M3 y M4, eso es cierto. Parece que BMW corregirá ese detalle en la próxima generación así que, hasta entonces, tienen que trabajar con este estilo. Uno que recibe mucha fibra de carbono, acentos rojos en la carrocería como el M3 CS, calcomanías sobre el capó y los faros LED con una firma lumínica amarilla, en homenaje a los modelos GT que defienden los colores de BMW en carreras de resistencia.
Rines en aleación escalonados de 19” adelante y 20” atrás calzan al M4 CS, con opciones de llantas más urbanas o unas más agresivas para pista. Asientos tipo cubo adornan la cabina, con la típica parafernalia digital del sistema iDrive de BMW, acentos rojos por doquier y la interfaz para registrar tiempos de vuelta, aceleración o calificar sus derrapes.
Al M4 CS sólo le faltó el V8 no solo para evocar a sus antepasados, sino también para ser un muscle car hecho y derecho. Así aparente ser un deportivo preciso y demasiado racional, o un exótico más exclusivo como su rival de turno, el Porsche 911.