Husqvarna-Svartpilen-801-review-Colombia
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¿Quién necesita una Husqvarna Svartpilen 801? La respuesta corta es nadie, pero si está leyendo esto es porque no le gustan las respuestas cortas o las ideas incompletas. La realidad es que nadie necesita una moto de alto cilindraje para ir del punto A al punto B, pero este tipo de motos están hechas para satisfacer una parte que no es racional y que no busca solo lo necesario. Es esa misma parte que nos impulsa a meternos en problemas solo por el gusto del desafío. Como quien quiere pelear a puño limpio con un oso o que busca mujeres tóxicas a propósito.

Esa ambición intrínseca del ser humano es la razón de existir de la Husqvarna Svartpilen 801, porque esta es una moto que siempre da más de lo que se necesita. Moto que, por cierto, viene con un estilo de scrambler, pero su alma es de roadster ideal para viajes rápidos y ligeros. En esa confusión de identidad también encontramos algunas cualidades como vehículo de uso urbano, así que es una moto preparada para el mundo real. En realidad no tiene competidoras; sé que parece enredado, pero deje su déficit de atención a un lado para que me siga la idea. Quizá le ayude a justificar esa compra caprichosa que desde hace tiempo tiene en la mente.

Cuando nunca es suficiente potencia

Vamos desde el principio con el plato fuerte: el motor LC8c de 799 c.c. es tan explosivo como se lo imagina. Este motor de 2 cilindros en paralelo entrega sus 103,5 HP y 87 Nm de torque sin timidez alguna, al punto que llega a ser estruendoso. Para controlar su brutalidad los modos de manejo son vitales, además que le dan personalidades distintas. El modo Rain es el más civilizado, permitiendo que pueda entender la dinámica de la moto sin mayores sustos. Ya entrados en confianza, puede navegar entre los modos Street y Sport para empujar un poco más los límites y llevarse un par de sustos controlados. Encarecidamente le recomiendo abordar el modo Dynamic después de tomar un par de cursos de manejo avanzado.

Este modo le permite jugar con más detalles como el control antiwheelie o el de derrape y eso ya son ligas mayores. La electrónica intervencionista es muy precisa a la hora de devolver el control al piloto cuando se nos va la mano con el acelerador. Sin embargo, no llega a cortar la potencia totalmente y deja que la moto haga lo suyo. Por ejemplo, en los semáforos no hay nada que se le iguale, plantándole cara a motos del porte de la Kawasaki Z1000. Ojo, esto es gracias al buen control del arranque, más no por potencia bruta (comprobado de primera mano). Además, esta moto es una lección de humildad para todos esos pseudopilotos con sus Pulsar sin silenciador.

Los domadores de la pequeña bestia

Otra gran virtud del LC8c es su sonido, que en el ralentí es ronco y recuerda un poco a un motor V8 de cigüeñal plano. Al acelerarlo, las RPM suben tan rápido que se convierte en un rugido atronador que no es melódico, sobre todo al superar las 4.500 RPM. En este punto, la respuesta de potencia se vuelve tan salvaje que es necesario anticiparse y hacer el cambio a segunda marcha. Esto es necesario para no golpear el limitador a 85 km/h en las 9.000 vueltas. En ese instante es cuando entra a brillar el Easy Shift, que además de facilitar el cambio instantáneo de velocidades, suaviza la aceleración.

Verá, este acelerador es electrónico y como tal es muy preciso y ajustable. En cualquier modo de manejo es necesario ser delicado con la muñeca. Además, hay que olvidar las malas mañas aprendidas con los aceleradores de guaya y motores de carburación. Para evitar los acelerones involuntarios en el cambio de marcha tradicional, es mejor usar el Easy Shift sin soltar el acelerador. Esto vuelve el andar mucho más predecible y menos violento. Funciona para subir y bajar marchas, haciendo el golpe de gas de manera automática para pesar de algunos. Su funcionamiento es preciso y adicionalmente evita que la moto lo sacuda como si de un toro mecánico se tratase.

Husqvarna Svartpilen 801

¿La scrambler para el uso diario?

Una vez dominado el salvajismo del LC8c, es posible empezar a jugar con el manejo de la Husqvarna Svartpilen 801. De entrada, hay que tener en cuenta que el chasis nace de la KTM 790 Duke, así que el manejo es exigente con el cuerpo. Además, la suspensión es ajustable manualmente en ambos ejes y es necesario encontrar la configuración adecuada para estar a gusto con ella. Con eso resuelto, la moto se adapta mejor al estilo de manejo y al peso del piloto.

En ciudad se desenvuelve relativamente bien. Adelanta carros con facilidad y su tamaño reducido hace que filtrar el tráfico sea sencillo, a pesar de la posición elevada de los espejos. Cambiar de carril es intuitivo y gracias al estabilizador de dirección se siente más estable que un buque. Esta moto se maneja con el cuerpo entero, ya que ese mismo estabilizador le quita efecto al contra manillar. Aquí es imposible no compararla con su hermana menor y al hacerlo nos damos cuenta que no es tan ágil, pero lo que pierde en maniobrabilidad lo compensa con fuerza bruta. Sin embargo, si usa el peso del cuerpo para cambiar el carril, la moto responde como debe.

Husqvarna Svartpilen 801

El punto débil está cuando el tráfico se vuelve pesado, ya que el radio de giro es muy corto y es imposible zigzaguear en espacios muy estrechos. Este problema también se hace presente en los parqueaderos con demasiados giros cerrados. Su peso de 181 kilos no entra en esta ecuación, puesto que la baja altura hace que sea controlable si la camina con paciencia. Es posible sobrevivir un trancón y físicamente no cansa tanto como uno pensaría, pero no será un trabajo fácil.

Una trotamundos para ir a «pueblitos»

Superados los trancones para salir de la ciudad, la Svartpilen 801 por fin puede estirar las piernas y estar en su ambiente natural: la carretera de montaña. Es aquí donde todo cobra sentido, dónde todo encaja en su lugar y donde el esfuerzo de moverla desaparece. La posición de manejo ayuda mucho en este caso, ya que tiende a ser deportiva de la cintura para abajo y de ataque en la parte superior. Gracias a ello, enlazar curvas con la 801 es todo un placer y se puede hacer con un mínimo de esfuerzo. Solo basta con mirar hacia el ápex para que la moto apunte ahí con una inclinación natural, haciendo que tenga una notable sensación de aplomo. Es aquí donde el Easy Shift mejora esa suavidad, porque controla el motor en los cambios de marcha para que la trazada sea más lineal.

Husqvarna Svartpilen 801
Es en carreteras y en las curvas donde esta moto cobra todo el sentido.

El traje de scrambler de la Husqvarna Svartpilen 801 parece un poco impuesto en este caso. Las llantas Pirelli MT60 RS no afectan en nada la dinámica de manejo y de hecho le dan un poco de versatilidad en superficies irregulares, de esas que abundan en nuestras carreteras. Sin embargo, no se puede negar que unas llantas semilisas tendrían mejores sensaciones en la carretera. Además, aunque tenga la suspensión en su configuración más blanda, la amortiguación es muy dura y no se siente bien en trochas por sencillas que sean. Lo dicho, su apariencia de scrambler oculta una roadster hecha y derecha.

Un deseo no racional

Entonces, ¿quién necesita una Husqvarna Svartpilen 801? Nadie, pero nadie cobarde, porque la moto pondrá a prueba los límites de su valentía mientras tiene una niñera que lo cuida con las asistencias de manejo. Tampoco que guste de la vida fácil, porque requiere compromiso para disfrutarla como vehículo de diario. Menos que sea mediocre, porque se necesita cierta habilidad y delicadeza para llevarla como se debe. Esta moto es una oportunidad de probarse a sí mismo y evaluar si tiene lo que se necesita para subir al ultimo peldaño de las supermotos. Ya sabe, ahí donde ronda La Bestia o la MV Agusta Brutale 1000RR.

Husqvarna Svartpilen 801

Consumo

Aunque esto no debería importar en una moto de este estilo, el consumo es un dato para tener en cuenta. El tanque es de 14 litros o 3,6 galones y el consumo prometido es de 21 km por litro, que es igual a 81 km por galón. Con estas cifras promete hasta 340 km de autonomía. Sin embargo, eso es en condiciones ideales, la realidad es que en pruebas mixtas la mejor cifra que logramos fue de 17,6 km/l. Con ese consumo la autonomía cae hasta los 232 kilómetros con combustible extra. Cabe aclarar que la emoción de tener una moto de semejante poder incita a abrir el acelerador más de la cuenta y eso castiga el consumo. Con un poco de disciplina y autocontrol se pueden alcanzar los 20 km/l fácilmente. Nadie dijo que la autosuperación sería económica.

Precio y versiones

  • Husqvarna Svartpilen 801: $63.990.000
William Puentes
Periodista y comunicador - aficionado a carros, motos y todo lo que se mueva.

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