¿Ha visto la serie animada de Batman? Ese clásico de los noventa e inicios del milenio que a veces aparecía en Cartoon Network y que nos hizo a más de uno fanáticos del murciélago encapuchado. En esa serie había un tinte steampunk en la arquitectura y parque motor de Ciudad Gótica, y a menudo la limusina de Bruce Wayne era un clásico. Pues bien, este Rolls-Royce Phantom II renacido con poder eléctrico bien podría ser el excéntrico carruaje en el que Alfred transportaría a Mister Wayne a diario.
¡Tan solo obsérvelo! Cruella de Vil no tiene tanto estilo, ni tampoco el Señor Burns quien prefiere poder nuclear o a vapor. Tal vez un villano fascinado con lo barroco y los años veinte, pero a este servidor no se le ocurre nadie mejor que Batman para tener esto en su colección sobre ruedas. La conversion a eléctrico del Rolls-Royce Phantom II es obra de Electrogenic, una compañía británica especializada en este tipo de restomods. En la simpleza de sus líneas no solo se esconde un propulsor moderno, sino una silueta que a pesar de todo hoy no desentona y capta mucho más la atención que un Ferrari.
Así era el lujo hace cien años
Muchos conocerán el nombre Phantom gracias al renacer de Rolls-Royce en el siglo XXI, cortesía de BMW. Pero mucho antes de que BMW si quiera existiese, Rolls-Royce ya fabricaba berlinas decadentes de alto lujo, y este Phantom de 1929 pertenecía a su segunda generación. No importa que en ese año cayó la Bolsa de Valores de Nueva York, Rolls-Royce logró producir 1.681 ejemplares.
En su vida pasada el Phantom II usaba un titánico motor de seis cilindros en línea de 7.7 litros (más grande que un Rolls moderno) con una potencia de apenas 50 caballos. No es mucho pero para su época cumplía su propósito de viajar de forma elegante y suave para el deleite de sus ocupantes. Este ejemplar en concreto es un sedán (saloon), aunque existió como un cabriolet, coupé y otras versiones personalizadas. Incluso un ejemplar apareció en una escena de Indiana Jones.
La transformación más peculiar que verá hoy
La conversión a eléctrico de este Rolls-Royce Phantom II es todo lo opuesto. Su exterior clásico fue restaurado para preservar su apariencia tan elegante. También el interior se conservó, salvo algunos indicadores reaprovechados en su cabina.
Por debajo Electrogenic instaló un juego de baterías de 93 kWh, dividido en dos partes. Una se encuentra en medio del chasis, y la otra bajo un compartimiento de aluminio con apariencia steampunk bajo el capó, para dar la ilusión de un motor de locomotora o algo por el estilo. Un motor instalado en el eje trasero produce 201 equinos, cuatro veces más que el Phantom II original, con 310 Nm de torque a su disposición. Hasta tiene modo de manejo Sport, si se siente valiente.
Según Electrogenic esta combinación resulta en una autonomía de 241 km, y es un proyecto único encargado por un millonario preocupado por el ambiente, y nosotros creyendo que era chiste. La conversión no fue tan sencilla como con un auto más moderno, dado lo poco ortodoxos que eran los vehículos hace 100 años. Los pedales y sistema de frenado fueron reubicados reemplazando el viejo sistema de palancas, ajustados para aceptar frenado regenerativo.
Elementos de la suspensión también fueron modificados para aceptar las baterías y la cabina tiene un radio con Bluetooth, escondido discretamente para preservar la pureza de la cabina. Es una conversión inesperada pero refrescante, para alardear que este Rolls-Royce es tan ecológico como un city car chino para dos personas. Ciertamente es la conversión eléctrica más fascinante que hemos conocido en los últimos años.
