He aquí algo de trivia automotriz para usted: el Porsche 959 ayudó a Nissan a afinar los detalles del Skyline GT-R R32, luego conocido como Godzilla. No, en serio. Es más, Nissan personalmente adquirió un 959, con algo de trucos, para destapar sus secretos y ver qué hacía tan especial a ese superauto. Después de todo, la intención del 959 era convertirse en un monstruo del rally y Nissan quedó intrigado por su sistema de transmisión y diferenciales.
Aún más interesante es el hecho que ese mismo Porsche que pasó por las manos de Nissan este a la venta, completamente restaurado por un experto en el 959. Así que, en aras de contar bien una historia digna de conocer, regresemos a la década de los años ochenta, tiempo en el que Porsche decidió apostar a la tracción en las cuatro ruedas y en la que Nissan decidió revivir la insignia GT-R.
La moda de la tracción integral
Sin el Audi Quattro no existiría el Porsche 959. Es más, Porsche perfeccionó su sistema de tracción, concibiendo una tracción integral variable conocida después como PSK, o Porsche Steuer Kupplung. En esencia era un computador que podía ajustar el nivel de torque que debía llegar a ambos ejes en relación a la tracción disponible o las condiciones.
Tal sistema tenía como finalidad dominar en el Grupo B de Rally, el cual fue cancelado el mismo año que vio debutar al 959. Así que Porsche decidió llevarlo al Dakar e impresionar al mundo con un motor con turbos secuenciales, transmisión con una marcha baja especial y, por supuesto, ese sistema de tracción.
Con amor, de Alemania hasta Japón
Todo el mundo quedó fascinado con la ingeniería que poseía el Porsche 959, incluyendo a Nissan. Por ese entonces los japoneses desarrollaban su propio deportivo, un concepto bautizado como MID4. Imagine si un Porsche 911, Nissan 180SX y un Honda NSX tuvieran un hijo, eso era el MID4. Nissan quería usar un motor ubicado en el eje trasero, con turbos y tracción en las cuatro ruedas, pero el asunto no pasó de la fase conceptual.
Ahí fue cuando llegó el 959, una bestia alemana que muy probablemente motivó a Nissan a seguir el mismo camino. Con ello quiero decir que Nissan decidió seguir la fórmula de “lo que gana el domingo, vende el lunes” y apostaron al Grupo A de turismos, dominado en esa época por el BMW M3. Los japoneses llegaron a la conclusión que el Skyline R31 no era suficiente por lo que necesitaban una verdadera arma tanto para la pista como para la calle.
Inspiración germana para Godzilla
Algo que debe entender de esa época es que Japón vivía un boom económico. El cielo era el límite a la hora de invertir en todo tipo de ideas, por imposibles que pareciesen, lo que explica por qué Nissan quería un superauto de motor central. Al final se conformaron con un sistema de tracción en las cuatro ruedas tan radical que representara un tiquete automático para ganar en la pista y vender deportivos como pan caliente.
Como la música actual, Nissan necesitaba una base que los inspirara, una melodía que pudieran “samplear” para su sistema de tracción. Ahí es cuando tocaron la puerta de Porsche solicitando comprar uno de sus 959 y no para disfrutarlo. Claro, Nissan no fue a Stuttgart y pidió un 959 para desarmarlo, pero Porsche sabia muy bien las intenciones de la marca japonesa. Los alemanes se negaron y forzaron a Nissan a adquirir ese 959 de otra manera.
No, no se lo robaron ni nada por el estilo, así como Corea del Norte y Volvo. Nissan empleó un tercero ubicado en Bélgica para adquirir ese 959 y, acto seguido, importarlo a Japón para estudiarlo. Al final del día, no es fuera de lo común que otras marcas usen autos de la competencia como referencia para desarrollar sus tecnologías.
ADN para crear a la bestia
Nissan Advanced Total Traction Engineering System, o ATTESA ET-S para los amigos. Ese fue el fruto del estudio de Nissan al 959 quienes, cual niño pequeño, desarmaron y volvieron a armar el 959 para destapar todos sus secretos. No solo lograron entenderlo, decidieron mejorarlo como buenos ingenieros japoneses que eran.
Sume a eso el sistema HICAS de dirección en el eje trasero para cocinar una receta como ninguna otra. Usando un diferencial y un computador, Nissan analizaba datos del ABS, fuerzas G y velocidad de ambos ejes para dividir constantemente la potencia a las cuatro ruedas. Más que un sistema de tracción, era una forma de mitigar sub y sobreviraje en todos momentos, afinando la maniobrabilidad del Skyline GT-R en curvas lentas y permitiendo acelerar a fondo en curvas rápidas.
En pocas palabras, Nissan aprovechó lo aprendido para superar a Porsche en todo sentido, al menos en 1990.
De Nissan al olvido y de nuevo al estrellato
En cuanto a ese 959, como fue un conejillo de Indias nada más, un ingeniero de Nissan lo mantuvo oculto. En un garaje japonés permaneció, en su color plateado original, por tres décadas. Cuando se jubiló de Nissan, ese ingeniero buscó a Bruce Canepa, quien es básicamente el gurú de los 959, para darle un hogar al Porsche en cuestión.
Canepa aceptó y decidió aplicar su tratamiento 959 SC reinterpretado, en esencia un restomod suave para restaurar por completo al 959 y añadir algunos toques modernos. Todo el auto se desarmó (otra vez) y reparó con mucho cuidado. Se aplicó una preciosa tonalidad verde oscura que contrasta muy bien con el interior de color café y rines de 18”, con frenos de disco modernos.
Mejoras incluyen un sistema MoTec para gobernar el motor, transmisión reconstruida con un embrague más robusto, nuevo árbol de levas, piezas en titanio, culatas rociadas con un compuesto en tungsteno y escapes en acero inoxidable. La suspensión y chasis también fueron mejorados, todo para un 959 revitalizado que salta de 444 a 800 caballos de potencia.
El resultado es una pieza histórica que demanda los más de tres millones de dólares americanos que, Broad Arrow Auctions, estima para la subasta de este 959. Una que tendrá lugar este 29 de enero y que, seguramente, tendrá algún consultor de Nissan a bordo para tratar de recuperar ese 959 que sirvió de inspiración directa para crear al Skyline GT-R.