Unos piensan que es el epítome de los autos deportivos, otros que está sobrevalorado. Sea del equipo que sea, hay algo seguro; el Nissan Skyline GT-R, también llamado Godzilla, no deja indiferente a nadie. Su importancia en la historia, películas y juegos le dieron un lugar en el olimpo de la cultura de los autos. Pero el Skyline no empieza en el R34 de Brian O’Conner o en el icónico R32 que se ganó el sobrenombre de «Godzilla», no. De hecho, sus orígenes ni siquiera están en Nissan.
Las habilidosas manos de Sakurai San
La historia comienza con la Prince Motor Company, una empresa que nació del caos dejado por la Segunda Guerra Mundial. En 1957, Prince fabricó el primer Skyline como un sedán económico y sin pretensiones deportivas. Este auto tuvo 2 generaciones antes de que la compañía quisiera incursionar en el mundo del automovilismo. Para hacerlo, fabricaron al Prince Skyline GT 2000 de generación S54 en 1964, fue la primera vez que usaron un motor de 6 cilindros en este modelo.
El motor en cuestión era un G7 de 2 litros que venía de un Prince Gloria Super 6, un sedán mucho más grande. Se modificó para subir la potencia hasta los 147 HP y 176 Nm de torque. El artífice de esta unión fue Shinichiro Sakurai y su intención era cumplir con la normativa del naciente Gran Premio de Japón, en la categoría GT-II para turismos. El esfuerzo rindió frutos porque, aunque no ganaron, la gente se impresionó con el rendimiento de este pequeño sedán. Hay que tener en cuenta que corrió muy de cerca contra el Porsche 904 Carrera GTS, un eficiente deportivo alemán que casi pierde contra un muscle car japonés construido poco antes de la carrera.
El cambio de dueño
A mediados de los 60, el gobierno de Japón quería que los fabricantes hicieran conglomerados empresariales más grandes para lograr su milagro japonés. Esto derivó en la compra de Prince por parte de Nissan en 1966, quien también competía en el Gran Premio de Japón y que estaba impresionado con el GT 2000. Después de la compra, el Skyline se vendió bajo el nombre de Prince o como Prince-Nissan en diferentes lugares.
En el lanzamiento de la tercera generación ya no se usaba el nombre Prince, sino que de ahora en adelante se llamaría Nissan Skyline. Esta versión denominada C10, también pasó por un trasplante de motor para poder correr en el Gran Premio. En este caso fueron más allá e instalaron un S20 de 6 cilindros en línea DOHC con 1989 cc que vino de un Prince R380, un prototipo para carreras. Así fue como nació el Nissan Skyline 2000 GT-R y conocido como Hakosuka, una denominación creada al juntar las palabras caja y diminutivo de Skyline en japonés.
“El único rival para un Skyline, es un Skyline”
Esta generación traía el código de chasis PGC10 y llegó pisando fuerte. Al término de 2 años acumularon 50 victorias en el campeonato de turismos. 49 de esas victorias fueron consecutivas, siendo la primera el 3 de mayo de 1969 durante el Gran Premio de JAF en el Fuji Speedway. Pero no todo lo ganó el Sedán, pues para marzo de 1970 llegó el Nissan Hardtop 2000 GT-R con el mismo motor S20 y con el código KPGC10. Hizo su entrada triunfal en las carreras un año después, acumulando un total de 52 victorias hasta el año 72.
Técnicamente hablando, este fue el primer Nissan Skyline GT-R tal como lo conocemos: con carrocería coupé, cuerpo ancho y alerón trasero, pero aún no trae el apodo Godzilla. Para la mayoría, aquí es donde nació el rey de los monstruos, proveniente de las carreras y con una rivalidad con Porsche que llega hasta hoy. En las generaciones siguientes, Nissan siguió usando su experiencia en las pistas para mejorar al GTR cada vez más.
Nace el monstruo
Después del C10, el GT-R siguió evolucionando en diferentes generaciones, unas famosas, otras no tanto. Las siguientes fueron las C110 y C210, que adoptaron una forma Coupé más marcada y deportiva. A partir de 1981 empezaron las generaciones identificadas con la poderosa letra R. Los modelos R30 y R31 mantuvieron la evolución tecnológica con el aprendizaje proveniente de las carreras. Sin embargo, el que generó más impacto en el mundo fue el R32 de 1989, debido a su motor de 6 cilindros en línea RB26DETT de 2.6 litros que generaba 276 HP y a su revolucionaria tecnología de tracción integral.
El Nissan Skyline GT-R R32 se ganó el apodo de Godzilla gracias a ese motor, pues su durabilidad hizo que fuera fácil modificarlo y más fácil aumentarle la potencia. También influyó que ganara todas las carreras del Grupo A del Campeonato de Turismos Japonés. Eso son 29 carreras consecutivas en 4 años, entre 1990 y 1993. El dominio de Godzilla fue tan arrollador que tuvieron que disolver el Grupo A y crear la categoría de Super Turismos para autos como este.
Un legado que perdura hasta hoy
Las siguientes generaciones R33 y R34 siguieron los pasos de su antecesor, dominando en la pista y convirtiéndose en íconos a nivel global. El nombre Skyline finalmente se separó del GT-R en la generación del R35 y volvió a ser un sedán confortable en Asia. Esto no les gustó a muchos fanáticos, pero así fue como empezó en primer lugar. Mientras tanto, el Nissan GT-R R35 se convirtió en un superauto por sí solo, aunque se debate si aún merece llevar el apodo Godzilla. Teóricamente sí, pues el GT-R nació para vencer a su propio King Kong: el Porsche 911 Turbo, un superauto con el que rivaliza en rendimiento, pero por menos de la mitad del precio.