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Cuando de toros sementales únicos e irrepetibles se hable, el Lamborghini Diablo SV Roadster está en el tope de esa lista. Porque solo existieron dos ejemplares (hechos de forma oficial, por supuesto) y representan uno de los autos más representativos de la década de los noventa. Es el auto que protagonizó algún afiche en el cuarto de todos nosotros, una representación idílica de la locura que profesaba Lamborghini muy a pesar de su precaria situación económica hasta que Audi los compró antes de iniciar el nuevo milenio.

En otras palabras el Lamborghini Diablo es el superauto de los años noventa, parte de una Santa Trinidad que incluye al Ferrari F50 y McLaren F1. En honor a que uno de los dos ejemplares del Diablo SV Roadster salió a la venta y probablemente amase un valor estratosférico ante los ojos de nosotros mortales, echemos un vistazo a la historia de este Lamborghini que nació gracias al capricho de algún cliente con demasiado dinero en su cuenta bancaria.

Lamborghini Diablo
Este sticker es enorme e inconveniente pero amo decirle a todo el mundo que mi Lamborghini es mejor que los demás.

Toros sobre la cuerda floja

Para poner un buen contexto, la Lamborghini que conocemos hoy está leguas por delante de la Lamborghini en los años noventa. Empezando porque la pobre marca quedó a merced del mejor postor que quisiera adquirirla quien, como joven enamorado, pensara que “podían arreglarla”. Chrysler lo intentó y se aburrió cuando vieron que tenían al Viper, luego un conglomerado indonesio conocido como MegaTech y finalmente un empresario malayo. Ninguno logró que Lamborghini fuera rentable como esperaban.

En medio de todo eso las mentes de S’antAgata Bolognese hacían lo que podían por defender el honor del nombre Lamborghini. Luego del emblemático Countach lograron, cortesía de la inversión de Chrysler, darle vida a su sucesor: el Diablo. Infame porque su diseño original, concebido por el gran Marcello Gandini, era muy diferente al modelo que presentó Lambo en 1990. Con todo respeto del señor Gandini, este rediseño con el toque de Chrysler nos dio uno de los vehículos más memorables de su era.

Si el Countach lucía un diseño agresivamente “ochentero”, el Diablo era atemporal. Esa silueta de cuña sentó las bases para los siguientes Murcielago, Gallardo, Huracán y Aventador, tanto así que el Diablo podría regresar como un auto moderno y no desentonaría.

Tauromaquia a cielo abierto

Dada su situación económica Lamborghini no estaba en la capacidad de producir demasiados Diablos. Para sustentar el asunto no se negaban a todo tipo de ediciones especiales, como el SE 30 aniversario, el VT (de tracción en las cuatro ruedas) y por supuesto variantes a cielo abierto, o roadster. El Diablo VT tuvo el honor de ser el primer Roadster oficial y naturalmente Lamborghini quería explorar la idea, motivados también por los deseos de sus clientes.

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El prototipo original que sirvió de inspiración para el segundo ejemplar.

Antes de que Audi llegara como caído del cielo a salvarlos, Lamborghini llegó al Salón de Ginebra de 1998 con un flamante Diablo SV Roadster adornado en un flamante color naranja perlado. SV o Super Veloce hacía referencia a una especificación más loca del Diablo, con un V12 que crecía de 485 a 510 caballos de potencia, un spoiler trasero más grande, ductos para refrigerar los frenos, rines OZ y una descomunal calcomanía SV en los costados. Si jugó alguna vez Need For Speed III: Hot Pursuit, sabrá exactamente cómo luce esta joya demoníaca de la cual solo existen 347 ejemplares.

Lo que hacía único a este Diablo naranja era su techo descapotable, con una cubierta en fibra de carbono removible para escuchar la banda sonora del V12 sin interrupciones. Su creación fue para complacer a los compradores americanos que querían un SV descapotable, pero con la compra de Lamborghini por parte de Audi el proyecto se canceló; aunque el distribuidor de Lamborghini después haría sus propias conversiones de Diablo SV regulares a Roadster, pero no son oficiales como tal.

El precio correcto por el toro indicado

Ahí no termina la historia porque un individuo de nombre Emanuele Conforti, cliente religiosamente fiel de Lamborghini, quedó encantado con el SV Roadster. Ayudó ser amigo del director de Lamborghini por ese entonces, Vittorio Di Capua y por lo visto Conforti tuvo un gran poder de persuasión, sin mencionar el cheque que probablemente le ofreció a Di Capua.

Así fue como Lamborghini decidió hacer un segundo Diablo SV Roadster, el último que jamás harían de forma oficial, en 1998. Al igual que el primero, el tratamiento Roadster incluía cortar el techo e instalar una cubierta removible en fibra de carbono, suspensión y diferenciales revisados al igual que una dieta de 100 a 120 kg. Lo mejor de todo, ambos Roadster usaban la correcta transmisión manual con esa palanca de cambios gated y su clic metálico satisfactorio cada vez que se cambia de marcha.

Lo que sería el chasis WLA12960 que identificaba al SV Roadster no duró mucho en manos de Conforti. Cambió de manos en 2001, luego pasó por tres fanáticos de Lamborghini que en total agregaron 42.842 kilómetros al odómetro y disfrutaron de esta curiosidad amarillo “giallo”, capaz de una velocidad absurda por encima de los 310 km/h y de humillar a muchos deportivos de nuestra época. 

En lo que podemos estar todos de acuerdo es que el Diablo es excepcionalmente bello en comparación a todos esos supercars modernos. Alguien tendrá la oportunidad de hacerlo suyo, con RM Sotheby’s a cargo de su subasta exclusiva que fácilmente podría atraer medio millón de euros. ¿Será muy tarde para comprar un tiquete de la lotería y probar suerte con este Lambo?

Andrés Suárez
Cine🎬/Fotografía📸/Autos🚗. A veces hablo locuras sobre carros en Fuel Car Magazine.

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