He aquí la secuela del Aston Martin Victor pero en esta ocasión no estará limitada a un ejemplar. No fue un Vantage, pero lo que hizo Aston Martin fue celebrar (otra vez) sus 110 años de existencia de forma exquisita. Este es el Aston Martin Valour, un elegante grand tourer británico con un V12 al frente y una transmisión manual de seis marchas para ser lo más purista posible.
El Valour es básicamente una carta de amor a toda la historia de Aston Martin, con tintes clásicos como su transmisión manual para acompañarlo. Tal vez este sea el verdadero final del motor V12 de la marca al igual que el actual Vantage, aunque considerando que se han despedido de ese propulsor unas tres o cuatro veces ya, quizá no sea la última. Si nos lo pregunta realmente debería serlo, porque el Valour es un vehículo audaz y musculoso, digno de una despedida y de un cumpleaños.
Para agentes que prefieren tres pedales
El Valour es un álbum de grandes éxitos de Aston Martin pero en vinilo y no CD, porque este V12 con transmisión manual es lo más tradicional y fiel a los primeros modelos de la marca. Es claro su parecido con el Victor, indicando que ambos modelos toman prestada inspiración del V8 Vantage de los setenta y ochenta, ese que James Bond hace deslizar por la gélida Rusia cuando era interpretado por Timothy Dalton. Desafortunadamente, el Valour no tiene esquís desplegables ni ametralladoras incluidas.
Siguiendo esa línea del V8 Vantage, Aston Martin también se inspira en un ejemplar particular. Es el RHAM/1, apodado como muncher, un DBS V8 modificado para competir en Le Mans con un gigantesco bodykit, que inspira la musculatura y frente del Valour. También hay ecos del V8 Vantage 600 supercargado de los años noventa, en su momento el Aston Martin más potente de la historia.
Los diseñadores de Aston Martin esculpieron todo tipo de líneas para acentuar esa musculatura. Como un capó largo lleno de ductos de ventilación, pasos de rueda ensanchados y una “cola corta” que culmina en un sutil alerón y una persiana que recubre la ventana trasera. Hasta los rines tienen un toque clásico, con un patrón en panal de abejas y acabados en metal pulido.
Doce cilindros controlados manualmente
El corazón del Aston Martin Valour es el V12 del DBS 770 Ultimate, modificado para aceptar una transmisión manual de 6 marchas hecha a la medida. Como resultado, el V12 fue afinado para producir 705 caballos de potencia y 753 Nm de torque, menos que el DBS pero con el poder de controlar cada uno de esos equinos a través de la preciosa palanca de cambios en madera envuelta de fibra de carbono. Es como si la cabina presentara esa palanca para que usted controle el destino del V12 y su existencia.
Aston Martin usó un chasis del DBS/Vantage modificado con mucha fibra de carbono, suspensión adaptativa de nuevo hecha a la medida y enormes frenos de disco de carbono-cerámica. Aston Martin no reveló números oficiales, pero el Valour es uno de esos grand tourers que fácilmente supera los 320 km/h y atraviesa la barrera de los 100 km/h en 3 segundos o menos.
El Aston Martin definitivo
Viendo al Valour, es difícil creer que es un auto británico. Tiene las curvas y porte de un deportivo italiano de los setenta, con la musculatura de un V8 americano de la misma época. Su interior es donde se concentra todo el poder inglés, con finos materiales tejidos y en madera inspirados en el Aston Martin DBR1 que ganó Le Mans en 1951.
Similar al DB12, es una cabina que invita al conductor a enfocarse en el camino en vez de entretenerlo con distracciones innecesarias. Todos los elementos tecnológicos y entretenimiento están allí, pero no son el centro de atención. Basta ubicar el botón de arranque frente a la palanca de cambios y gozar el rugido de ese V12 a la vieja escuela, cargando sobre sus hombros la época en la que el DB4 y DB5 eran un símbolo de estatus.
Aston Martin hará 110 ejemplares del Valour, todos V12 y con transmisión manual, para celebrar sus 110 años. Aquí es donde nos preguntamos si esa opción del tercer pedal se encamina a ser una opción exclusiva que requiera pagar de más, porque el Valour cuesta (o mejor, costaba) un millón de dólares. No que importe, porque ya todos se vendieron. Es un vehículo precioso, que ojalá no inspire a otras marcas a esconder los tres pedales tras un precio más alto.