He aquí un anuncio que no esperábamos desde Inglaterra. Con ustedes el Rolls-Royce Cullinan Serie II, o segunda serie si quiere sonar más mundano. Porque la casa británica no hace actualizaciones de media vida, sino series elegantes de cada de uno de sus modelos. Todo sea por el prestigio y por sonar más importante.
¿En qué estábamos? Sí, el Rolls-Royce Cullinan Serie II. Porque evolución suena mejor que actualización, el “nuevo” Cullinan se eleva sobre su predecesor con un nuevo rostro, varios retoques estéticos importantes y el mismo V12 de siempre. Así es, las marcas de ultra lujo y alto desempeño se niegan rotundamente a dejar desaparecer los motores grandes e imponentes.
Rostro inspirado en lo marítimo
Rolls-Royce se preocupa por crear diseños atemporales y con gran alcurnia, razón por la cual el Cullinan no cambió demasiado. Esta es la primera actualización mayor de este modelo en casi cinco años de vida y, si bien es pariente lejana del BMW X7, su única misión es ser un Phantom limusina, pero con aspecto de SUV.
La mayor novedad estética está al frente, con un diseño más simétrico. Luces LED diurnas caen desde los faros principales y se unen con las tomas de aire frontales, formando una especie de sonrisa. Supuestamente está inspirada en la proa de un yate, o eso nos dice Rolls-Royce.
Por cierto, la clásica parrilla de panteón ahora tiene iluminación y un perfil más “aerodinámico” si se le puede llamar así. Los rines crecen a 23” y un nuevo color beige más elegante, llamado “trufa emperador” adorna la paleta de colores del exterior.
Tan lujoso como lo imagina
Ascendiendo a la cabina del Cullinan Serie II se encuentra el típico refinamiento de Rolls-Royce. Una enorme pantalla e interfaz domina el tablero, englobando el clúster digital, pantalla central y un elemento frente al pasajero llamado “fascia iluminada”. Inspirada en rascacielos, esta posee 7.000 diodos iluminados sobre una superficie de vidrio que se puede personalizar, junto a un reloj y el Espíritu del Éxtasis.
Su interfaz es más moderna y con mejor conectividad, similar a la presente en el Spectre eléctrico. Lo que importa está en la segunda fila, lugar donde encontrará al dueño del Cullinan en cuestión. Dos pantallas independientes la una de la otra permiten controlar todo, desde la temperatura, asientos con masaje, entretenimiento y hasta compatibilidad con audífonos Bluetooth.
Los pasajeros de atrás acceden hasta un sistema de Wi-Fi hotspot, 18 salidas del sistema e sonido y mares de cuero junto a materiales de primera. Típico de un Rolls-Royce.
Una pizca de poder y diversión
El motor V12 de 6 y ¾ de litro permanece, con sus dos turboalimentadores para producir 563 hp. Si esa figura no es adecuada, el Cullinan de Serie II recibe el tratamiento Black Badge, que eleva el V12 a 593 hp y 900 Nm de torque. Además de añadir molduras negras por doquier para un aspecto siniestro, digno de supervillano.
Ambos modelos usan una transmisión automática de 8 velocidades firmada por ZF y tracción en las cuatro ruedas. Ahí lo tiene, un SUV del cual brota lujo y absurdismo por cada uno de sus poros y que, si bien es un capricho para unos pocos, para el resto de mortales existe para contemplar y llegar a la conclusión que el Phantom es más refinado y elegante.
