Seamos sinceros: nadie tiene más de 400.000 dólares para comprar un Ferrari Purosangue, ni mucho menos tiene espacio en su garaje (o estacionamiento) para guardarlo. Para aquellos que nos denominamos “coleccionistas automotrices” porque tenemos repisas y repisas llenas de modelos a escala, esta es la alternativa para tener un Ferrari Purosangue. No cualquier modelo que encontraría en su tienda de la esquina, sino uno que parece ensamblado por el mismísimo Enzo Ferrari desde el cielo.
Claro que ese nivel de detalle y acabados tiene un precio. Este Ferrari Purosangue es obra de Amalgam Collection, uno de los fabricantes de modelos a escala más prestigiosos del mundo. Por la módica suma de 20.795 dólares puede hacerse con una réplica 1:8 del Purosangue y, espere ¿a dónde va? Es cierto que 20.000 dólares es el precio de un auto nuevo de entrada, pero aún si no puede “darse ese capricho”, conocer a este Purosangue no tiene pérdida.
“Un pony purasangre”
Amalgam Collection nos dice que le tomó más de 3.000 horas desarrollando esta versión miniatura del Purosangue. Ello incluye analizarlo en programas de diseño, replicar los colores que usa Ferrari y completar cada pieza con lujo de detalle. Completar cada ejemplar toma 300 horas, y tan solo al observar de cerca los frenos, los pernos de las ruedas o el interior entiende por qué su precio tan elevado.
En esencia es un ítem para coleccionistas con una cartera bastante holgada. Este modelo a escala pasa por varias etapas de construcción, que incluyen los moldes de la carrocería, piezas en plástico y metal pulidas. En total mide unos 65 centímetros de largo y es ensamblado a mano, y lo mejor es que tiene dos versiones. Una “normal” que cuesta 16.000 dólares o una “hecha a la medida” en la cual el distinguido comprador puede elegir el color de la carrocería e interior, el tipo de rines y hasta la tonalidad en las mordazas de los frenos.
Amalgam dice que la primera serie del Ferrari Purosangue a escala ya está totalmente vendida, porque hay gente que tiene 16 o 20.000 dólares regados por allí que puedan despilfarrar en un santiamén. Tal vez si todos juntamos nuestras alcancías podamos costearnos uno de estos ejemplares a escala, y rotarlo cada semana para que podamos alardear por siete días que tenemos el Purosangue más exquisito del mundo de los coleccionistas. Para todo lo demás, está Lego.