Luego del flamante Gran Premio de Miami que vio a Lando Norris conquistar su primera victoria, ocurrió algo mágico en otra categoría. Como dijo un colega, este fin de semana ganó el cine y el automovilismo. NASCAR llegó al Óvalo de Kansas y, luego de 267 giros (o 400 millas), ocurrió lo impensado: uno de los finales de carrera más cerrados en toda la historia del automovilismo.
Y sí, sabrá que en Fuel uno de los pocos fanáticos a morir de NASCAR es este servidor. Es inevitable, porque hoy en día muchas categorías del automovilismo (y motociclismo) son tan válidas e incluso más entretenidas que F1. Por cada carrera buena de la máxima categoría, hay 10 en IMSA, Indycar, MotoGP o NASCAR que lo hacen pegarse a su asiento hasta el final y esta fue una de ellas.
Emociones en formato de óvalo
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Lo que ocurrió el domingo está entre los 10 finales más cerrados en todo el automovilismo y es el margen de victoria más apretado en toda la historia de NASCAR. 0.001 segundos fue la diferencia entre el primero y segundo, como pura escena sacada de Cars. Sólo que aquí no había lengua que valiese.
El Óvalo de Kansas es lo que se conoce como una pista intermedia de 1,5 millas o 2,41 km. Con el nuevo auto de NASCAR, son las pistas que producen carreras más entretenidas y reñidas, con todos los primeros 10 separados por apenas 5 a 10 segundos. Fue una carrera con muchos cambios de líder y que nadie parecía querer ganar. Varios de los punteros cayeron presa de errores, penalizaciones o banderas amarillas en momentos inoportunos.
Una milésima de segundo
Así llegamos a las últimas 70 vueltas, con el bicampeón Kyle Busch conservando un liderato saludable. Los dos protagonistas de esta historia, Kyle Larson y Chris Buescher, rodaban entre los primeros diez. Eso fue hasta que una bandera amarilla con 60 giros para el final alteró el orden. Luego de una secuencia de pits, el Toyota 11 de Denny Hamlin lideraba, perseguido por Buescher.
Una vez más, la bandera amarilla truncó los planes de todos con 5 giros para el final. Más paradas en pits y varios se la jugaron por sólo dos gomas frescas, incluyendo Buescher y Larson. El reinicio se dio con dos giros para el final y fueron de infarto. Buescher quería captar la primera victoria de Ford en el año y peleó con uña y diente por preservar la punta.
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En la última curva Larson y Buescher hicieron contacto varias veces y se la jugaron hasta la meta, lado a lado. Ninguno quiso sacar al otro de pista, fue un buen duelo hasta la meta, con el pie en el acelerador a fondo. Las palabras sobran, el video lo dice todo, si soy franco. Fue tan cerrado el margen, que nadie sabía quién ganó. Incluso, algunos aparatos de telemetría registraban la diferencia entre el primero y segundo como 0.000 segundos.
Por un literal pelo ganó Larson y, como puede ver en la imagen, la diferencia fue un splitter. Después de 267 vueltas de ires y venires, fue un final emocionante como ningún otro. Si necesita razones para darle oportunidad para otras categorías, esta es una muy buena. Por cierto, este año van tres carreras de NASCAR con finales así de cerrados, con este siendo el más apretado de toda su historia.