Iniciar una nueva marca no es tarea fácil, particularmente cuando dicha casa motriz decide enfocarse en un segmento tan particular como los “híper deportivos”. Hemos visto incontables marcas que van y vienen, algunas reviviendo nombres de antaño. Pero, como Gordon Murray lo demostró, es posible traer a la vida un deportivo que seduzca a los entusiastas y eso justamente es el Nilu 27, un exótico con motor V12 y transmisión manual para el deleite de los más privilegiados.
Para evitar confusiones, la compañía se llama Nilu 27 y el vehículo simplemente “Nilu” a secas. Es obra de Sasha Selipanov, diseñador automotriz responsable de joyas como el Bugatti Chiron, Lamborghini Huracán y Koenigsegg Gemera, por mencionar algunos. Así que el hombre sabe una cosa o dos sobre diseño automotriz y, como Horacio Pagani o Gordon Murray, decidió independizarse y forjar su propio camino.
Nilu es una unión del nombre de los hijos de los fundadores de la marca y 27 es el número que portaba la leyenda canadiense Gilles Villeneuve.
Lo mejor de ayer y hoy
A rasgos generales, el Nilu 27 se apega a la fórmula necesaria para un exótico de su calibre. Como motor central, dos plazas, puertas que abren de forma peculiar (en este caso, alas de gaviota), diseño excéntrico, materiales ligeros y una aerodinámica complicada.
Sin embargo, lo que el Nilu 27 quiere demostrar es su pureza, la sensación visceral de un deportivo ligero con transmisión manual y motor V12. En ese sentido, la compañía promete unos 1.000 a 1.070 caballos de potencia, un peso de 1,2 toneladas y una transmisión manual de 7 velocidades. Nada más, ni pantallas, modos de manejo, perillas complicadas, simplemente ese poder, tres pedales y un volante para domarla.
Esa unidad aspirada de 6,5 litros fue desarrollada por Hartley Engines en Nueva Zelanda. Es capaz de superar las 10.000 RPM y está parcialmente expuesta en la parte trasera del Nilu. La idea es honrar a los monoplazas de Gilles Villeneuve y prototipos del Grupo 6/C y, aparentemente, el Nilu puede llegar a los 400 km/h y superar la barrera de los 100 en menos de 3 segundos.
La experiencia más pura en el siglo XXI
Su diseño es curioso, porque es una combinación de tendencias. Atrás está ese motor expuesto, completo con un escape en Inconel impreso en 3D y un difusor notable, pero nada de alerones. Al frente es un vehículo sin exageraciones, salvo por las tomas de aire y puertas alas de gaviota. De nuevo, casi parece una interpretación moderna de un viejo prototipo para Le Mans.
La cabina es tan minimalista como fuese posible, con un toque artesanal al estilo Pagani. Se aprecia la ubicación flotante de los indicadores y la única pantalla es el retrovisor, que dobla como cámara de reversa. Las sillas tipo cubo lucen como algo que usaría Ken Miles en su Ford GT40 y el volante tiene una tuerca central, en simetría con los rines. Estos últimos esconden calzado Michelin Pilot Cup 2R y frenos carbocerámicos Brembo.
La idea de Selipanov es hacer del Nilu 27 una experiencia análoga y visceral, que su V12 y su transmisión manual sean afines a un Lotus Exige en pista. En un mundo de hypercars absurdos como el Red Bull RB17 o Mercedes-AMG One, esta sería la opción “más purista y real”.
Nilu planea 15 unidades para pista de lanzamiento, con otras 54 para calle con un precio que aún no fue revelado, pero no será asequible. Y el primer ejemplar aparecerá en sociedad en Pebble Beach, codeándose con la crema y nata de la industria.