Cuarenta y ocho pulgadas. Si le decimos eso, pensará que hablamos de un televisor o el monitor curvo de un computador de alta gama. Pero no, ese es el tamaño de la interfaz en el interior del Lincoln Nautilus, quien le quita la corona al BMW Serie 7 de “pantalla más absurda en el interior de un vehículo moderno”. Título que antes también tenía Ford, pero con la Explorer solo para China.
Tal parece que los fabricantes movieron la filosofía de “más grande es mejor” de los motores a los sistemas de info-entretenimiento. No importa qué tan práctico sea, o qué tan elegante y funcional a largo plazo, en especial con los inevitables daños en el sistema, pero las pantallas crecen y crecen sin control. Este Lincoln Nautilus, presentado en el Salón de Shanghái, representa el nuevo modelo “de medio tamaño” de Lincoln, ubicado entre el enorme Aviator y el Corsair con sus raíces de Ford Escape. Una forma bonita de decir que es un Ford Edge más decadente.
Casi tan grande como el submarino de Julio Verne
Ni el Nautilus del Capitán Nemo tenía una interfaz tan avanzada y a la vez tan innecesaria. Siguiendo la pista de Mercedes-Benz EQ, Lincoln transformó a medio tablero en una pantalla curva que surca el contorno más lejano del vidrio frontal de la cabina del Nautilus. Y lo más absurdo es que estas dos pantallas de 24” (para un total de 48”) necesitan ser controladas con una tercera interfaz de 11.1”, por cosas de seguridad. A nuestro gusto le faltaron pantallas, con mucho sarcasmo.
¿Y qué proyecta esa mega pantalla curva? Todo, pero no en todas partes aunque sí al mismo tiempo. La idea es que mover todo hacia esa posición curva bajo el cristal frontal ayuda a que el conductor no se distraiga, y hay algo de lógica en el pensamiento. Es como un gran head-up display, que se puede personalizar arrastrando aplicaciones desde la otra pantalla pequeña en la mitad del tablero. Ah y como si fuera poco también tiene todo tipo de asistencias al manejo, incluyendo conducción manos libres semi autónoma.
Submarino aromático
Con todo eso, la pantalla no es el detalle más absurdo del Lincoln Nautilus. Es su fragancia, literalmente, algo que la marca llama “rejuvenecedor Lincoln”. Tal sistema no le quita años, pero sí emite aromas encapsulados en cartuchos en la consola central. La idea es que la fragancia se mezcle con la danza de las luces ambiente y elementos sensoriales como el masaje de los asientos y ruidos ambiente para envolver a sus pasajeros en un viaje de relajación completo. Porque ir a un spa está demasiado visto.
Como si fuera poco el patrón en los asientos y los pocos botones físicos están inspirados en cristales naturales, con el fin de “dar una sensación exquisita al tacto”. De una forma retorcida toda esa percepción de exclusividad funciona, al menos para esconder el hecho que este es un Ford Edge con una gran pantalla y olores aromáticos.
Y lo más normal es su motor
Antes que lo olvidemos, hay un motor o mejor dicho motores moviendo todo esto. Porque el Nautilus ahora será híbrido, juntando un motor 2 litros turbo y uno eléctrico que ofrecen una potencia combinada de 310 hp. Otros detalles mecánicos incluyen una transmisión CVT, suspensión adaptativa y una alternativa sin hibridación con el mismo 2 litros y 250 hp. Nada de V6, como en el pasado ofrecía el Nautilus, también conocido como Lincoln MKX.
El nuevo Nautilus se producirá en China y no EE.UU., y llegará a este último país en 2024. Lo que significa que a partir de ese año veremos páginas de avistamiento latinas que se topen con uno de estos monumentos al lujo y se impresionen por su pantalla. Al menos su diseño externo es bien logrado y contrasta la exageración interna con cierto minimalismo y elegancia que poco se ve en productos actuales de Lincoln. De hecho, casi tiene un aire a Land Rover que no podemos ignorar.