Existen pocos nombres que podrían considerarse genios cuando de autos se habla. Muchos nombres brillantes sí, pero pocos que trascendieron a un plano tan especial, que el término genio se queda corto. Tome a Adrian Newey o Gordon Murray, dos maestros de la aerodinámica y el diseño. O a Lee Iacocca y su visión en torno a autos asequibles y bien equipados. Mauro Forghieri era experto al armar motores que parecían obras de arte. Pero ninguno como Colin Chapman, un hombre que además de fundar Lotus, tenía una recursividad increíble a la hora de acomodar y diseñar cada una de las partes de sus autos.
Para mí es como la suma de todos esos personajes que mencioné en un solo individuo. A cuarenta años de su repentina muerte, considero que es más que apropiado celebrar no solo sus contribuciones a Lotus sino también el ser y talento inmensurable que caracterizaron a Colin Chapman durante su corta pero exitosa vida. Aunque unas palabras en este plano digital no alcanzan para hacer un recuento de todo lo que logró, principalmente en el mundo del automovilismo.
Aplicando aeronáutica a los autos
Anthony Colin Bruce Chapman era su nombre completo, y nació un 19 de mayo de 1928 en Richmond, Londres oriental. Interesado en los aviones, Chapman estudió ingeniería aeronáutica en el University College de Londres, eventualmente aprendiendo a volar y enlistándose en la Real Fuerza Aérea. En 1948 cuando tenía 20 años y se encontraba estudiando creó el vehículo que iniciaría toda una filosofía centrada alrededor de soluciones ingeniosas, carrocerías ligeras y motores fiables.
En medio de una Europa en reconstrucción, Chapman tomó al popular Austin 7 (que se producía desde 1929) y lo modificó con un chasis en aluminio más ligero, amortiguadores traseros modificados y un motor con más compresión. 15 hp suena a poco, pero la idea era ir rápido en las curvas, particularmente en pruebas cronometradas de rally. Así nació el Mark I y el primer Lotus, nombre que nadie sabe a ciencia cierta de dónde salió; pero se cree que es el apodo que Colin Chapman le daba a su novia (y luego esposa) Hazel: flor de loto.
Del Mark II al Seven/Eleven
De inmediato Colin y Hazel Chapman compitieron con el Lotus Mark I, ganando dinero suficiente para construir una versión 2, de nuevo con el chasis de un Austin 7. Aquel primer auto fue adquirido por un caballero en 1950 y se desvaneció en el éter del universo. Con el Mark II fue que Chapman se enfocó en competencias en pistas en vez de rallies, y con el Mark III (aún basado en el Austin 7) consolidó Lotus Engineering en 1952. Aquí Chapman soñaba con ser piloto, aprovechando la oportunidad de vender sus creaciones para financiar su equipo.
Sin duda uno de los primeros Lotus exitosos fue el Mark VI, auto en forma de cigarro con un motor Ford, chasis tubular y la versatilidad de aceptar cualquier tren motor. Lotus vendió 100 unidades del Mark VI, y sirvió como la base para el legendario Mark VII o Seven. Un auto del que existen tantas copias como se imagina, y que aún mantienen vivo hasta este día nombres como Caterham, Donkervoort y muchas otras marcas.
Aquí es donde entra el Eleven, primer auto que desecha el prefijo “Mark” y que marcó una distinción clave en los autos de Lotus. A partir de aquí todos los modelos de calle tendrían un nombre que comience por la letra E, mientras que los autos de carrera (a estas alturas Chapman se asomaba en Fórmula 1 y 2) usarían una nomenclatura numérica. Chapman logró correr en F1 pero un choque en prácticas lo llevó a retirarse y concentrarse en construir los autos.
¿Motores en el medio? ¿Efecto suelo?
El primer auto con motor central no es obra de Colin Chapman como muchos creen. Fue el también británico John Cooper quien tuvo la idea, creando al T43 en 1957 y luego el T51 con el que conquistó el título en 1960 con Jack Brabham. Sin embargo, podría decirse que Chapman perfeccionó la fórmula, siguiendo los pasos de Cooper y avanzando hasta el revolucionario Lotus 25.
Aquí es donde la magia que circulaba en la mente de Chapman se inmortalizó. El hombre fue el primero en utilizar un chasis monocasco en F1 (configuración que aún hoy en día se usa con otros materiales), con una rígida estampa de cigarro o bañera, ejes angostos y tímidos retoques aerodinámicos. Los primeros bocetos de Chapman fueron en servilletas, y con el igual de legendario Jim Clark al volante, Lotus fue imparable. El título de 1963 fue suyo, y luego el de 1965 con la evolución del Lotus 25, el 33. Indianápolis también fue conquistado por este dúo, separados únicamente por la trágica muerte de Clark en 1968.
Quizá algo dentro de Chapman murió ese día, pero su mente jamás dejó de crear, buscando innovaciones y formas de ir más rápido en pista. Luego de convencer a Ford de hacer un V8 para F1, Lotus usaría ese propulsor Cosworth en el 49. Propulsor que por décadas se usó en F1, pero solo Chapman lograba exprimir todo su potencial. El 49 fue el primero en usar el motor como componente estructural y alerones revisados. Lo siguieron más títulos y el descubrimiento más importante de Chapman: carga aerodinámica. Alerones, faldones y túneles bajo el chasis fueron estampas de los exitosos Lotus 72, 77 y 78. Dicen que Dale Earnhardt era un piloto que podía ver las estelas de aire, y en ese sentido pienso que Chapman visualizaba perfectamente en su mente la conexión aire-pista-motor-vehículo.
La ligereza de sus deportivos y la brevedad de la vida
Por el lado de los autos de calle todo marchaba bien. El primero fue el Elite, aunque sin duda el más popular al inicio fue el Elan. Tanto así que ese auto es responsable por la existencia del Miata 30 años después. Luego vendría el Eclat y Europa, y sin duda el más icónico de la era: el Esprit. Gracias a su ligereza, motor turbo y aparición en James Bond, aquel deportivo en forma de cuña cimentó la leyenda de Chapman comenzando la década de los ochenta.
Por ese entonces Colin llevaba al límite el concepto de efecto suelo del Lotus 77, creando un auto con chasis doble que actuaba como un enorme dispositivo aerodinámico. Aunque el hombre no vería los frutos de ese trabajo. Chapman vio pasar a gigantes como Clark, Graham Hill, Emerson Fittipaldi, Ronnie Peterson, Michael Andretti y Nigel Mansell; pero un ataque sorpresa al corazón un 16 de diciembre de 1982 se lo llevó de este mundo. Apenas tenía 54 años, y desde allí Lotus entraría en una montaña rusa de la que casi no logra recuperarse. Numerosos fueron los cambios de dueño, sobreviviendo muchas veces “por un pelo”.
Me pregunto cómo hubiese sido la relación entre Colin Chapman y Ayrton Senna, quien llegó a Lotus en 1985. Tal vez sería como él y Jim Clark en el pasado, dos mentes brillantes en su campo. Estoy seguro que el Elise le hubiera encantado, porque “cualquiera puede hacer un motor potente, pero un auto ligero puede ir rápido en todas partes”. ¿Será que detesta los autos eléctricos como el Evija y Eletre? Nunca lo sabremos y eso es lo más triste. Quisiera dedicar más palabras ante las invenciones de Chapman que aún se usan en F1, pero este texto se acerca a las dos cuartillas. Solo puedo terminar diciendo esto: No existe ni existirá un hombre como Colin Chapman en la industria automotriz y en F1, y eso es lo que lo hace tan especial.
