Si nos sigue en redes sociales, sabrá que por estos días estuvimos en Argentina y no es por casualidad. Ford nos invitó, entre muchas actividades, a conocer de cerca la nueva sección de su fábrica en Buenos Aires, Argentina, donde se dispondrán a producir los motores turbodiésel de la nueva Ranger.
Es cierto, ya reportamos esta noticia, pero faltaban los detalles, el tour por la nueva línea de ensamblaje que convierte a la Ranger en una verdadera jinete gaucha. Sin mencionar que esta decisión refuerza la presencia del Óvalo Azul en toda Latinoamérica, casi como un voto de confianza de Ford en nuestra región. Además de generar más trabajo, de motivar la industria latina, en fin, aquí podríamos quedarnos resaltando los puntos positivos.
Compromiso de Ford con Argentina y Latinoamérica
Hay una razón por la cual usted se encuentra aquí, distinguido lector: conocer con nosotros esa nueva ala de producción de motores para la Ranger de Ford Argentina. Es más que apropiado para un país que hizo suyo al Ford Falcon original y modificó sus motores seis cilindros para competir por décadas, que esta operación dé inicio en la planta de Pacheco.
En total Ford invirtió 80 millones de dólares exclusivamente para esta expansión, agregando un pabellón de 5.000 metros cuadrados para producir el motor V6 “Lion” de 3 litros presente en la Ranger Limited+; al igual que los bloques Panther de 4 cilindros que usan las demás versiones de la Ranger.
Durante esta primera fase, Ford Argentina nos confiesa que a sus técnicos (o colaboradores, como les llaman) les toma 4 horas armar uno de estos motores de principio a fin. Algo que se debe a lo nueva de la operación y que poco a poco se irá refinando y optimizando. El objetivo es armar unos 100 motores al día, sumando 82.000 unidades completadas de forma anual.
La magia de una línea de producción
¿Cómo es esa línea de producción? ¿Recuerda el salvapantallas de Windows 98 que formaba tubos y formas complicadas? Es algo así, pero con más robots. Cientos de brazos robotizados, estaciones llenas de sensores y herramientas de diagnóstico, al igual que operarios en 129 estaciones de trabajo se alistan para armar y dar vida a los motores.
Estos llegan en una banda transportadora sólo como bloques, con las diferentes piezas requeridas para cada etapa de armado ubicadas en los puestos de los colaboradores. Estos bloques atraviesan una fase preliminar de escaneo, que valida si existen imperfecciones en los cilindros, culata, canales de refrigeración y lubricación o cualquier otro defecto.
Allí inicia la fase de ensamblaje “mixta”, con los operarios ubicando las piezas más ligeras como cigüeñales, pistones o bielas, las máquinas colocando los remaches o partes más pesadas como culata o cárter y luego una revisión de tolerancias por computador.
Cientos de sensores vigilan los motores en cada estación, comunicando a los colaboradores si el bloque en cuestión cumple con los parámetros exigidos por Ford.
Los toques finales
Superado ese ensamble básico, el motor comienza a recibir todas las partes pequeñas, pero esenciales. Cableado, admisión y escapes, sensores, tubos, etc. Culminado el ensamble total del motor, este llega a una estación final de prueba, la cual inyecta aceite, fluidos y combustible a cada motor y lo enciende por primera vez. Un computador ejecuta un diagnóstico y determina sí, luego de todo el ensamblaje, el motor está listo para encontrarse con su Ranger.
Superada esta prueba, los operarios añaden los toques finales, como el volante de inercia (flywheel), realiza una inspección visual final y luego eleva al motor finalizado a una línea de transporte. Este sistema automatizado tiene como finalidad llevar esos motores a la línea principal de producción, donde recibe su transmisión (pieza importada por Ford) para luego montarse sobre el chasis y hacer parte de una Ranger terminada.
Ahí lo tiene, es un proceso mucho más complicado de lo que aparenta, pero que es completamente hipnotizante si se presencia en vivo, casi como una danza sincronizada. Muchas gracias a Ford Argentina por la invitación a conocer el lugar que no sólo ve nacer a la Ranger, también a la familia de motores diésel que le dan vida a esa pickup.