Mercedes-Benz-Clase-G-eléctrico
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Con esta presentación, Mercedes-Benz confirmó sin duda alguna dos cosas que ya se rumoraban. Primero, que la nomenclatura EQ va de salida y segundo, que el Clase G eléctrico luciría casi idéntico a su contraparte con motor térmico. Dicho y hecho, aquí está el primer Mercedes-Benz Clase G 100% eléctrico de la historia, 4×4 que adopta la nomenclatura G 580, dejando de un lado al apellido EQG y luciendo tan fantástico como siempre.

Claro que, si le pregunta a Mercedes-Benz, su nombre oficial es G 580 con tecnología EQ, pero prefiero “Clase G eléctrico” nada más. Complicado, como todos los nombres que usan las marcas alemanas. El G 580 flotará entre el G 550 y el AMG G 63 y tendrá la meta de ser el 4×4 electrificado premium de la casa alemana. Ideal para aquel magnate (o dictador) que necesita un vehículo de apariencia tosca, relativamente veloz y sobre todo: ecológico.

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Poderío eléctrico multiplicado por cuatro

No es que el G 580 tenga un motor de 5,8 litros, como acostumbra a indicar las nomenclaturas de Mercedes-Benz. Esta figura hace referencia a la potencia combinada de sus cuatro motores, uno por rueda, figura que se eleva a los 579 caballos. El torque máximo, por si se lo pregunta, es de 1,164 Nm inmediatos. Por si trepar rocas se le hace complicado, ese par motor hará trizas cualquier ascenso.

Claro está, tiene que tener en cuenta el absurdo peso de este monolito austro-germano. 3.084 kilogramos, para ser precisos, por eso necesita cada voltio de esos dos motores. Su autonomía según ciclo WLTP es de 473 km, aunque de manera más realista debe rondar los 400 km. La batería es de 116 kWh, explicando su peso tan extremo. Con razón su velocidad está limitada a 180 km/h, porque sería ridículo ir más rápido en semejante acorazado.

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Todo es más grande en Austria y Alemania

Que se haya “recargado” no significa que el legendario Geländewagen perdiese su característica definitiva. Sigue siendo un 4×4 muy capaz, incluso por encima de sus contrapartes a gasolina. Gracias a los motores eléctricos, la capacidad de vadeo aumenta a 85 cm, 14 más que los G convencionales.

Su chasis sigue siendo de escalera, perfecto para tareas utilitarias. Con un ángulo de ataque de 32° y de salida de 30,7°, el G recargado no tiene problemas en afrontar obstáculos. Con el beneficio del colosal torque y una transmisión de 2 velocidades, con un modo “roca” que, lejos de invocar al luchador y actor, permite que el torque se intensifique a las cuatro ruedas, en esencia actuando como una marcha baja.

Torque vectorial, habilidad de dar giros de tanque (G-turn), bloqueo electrónico de diferencial, suspensión adaptativa y una cámara 360° ke otorgan versatilidad lejos del asfalto. Como el nuevo G a gasolina, las pantallas del interior muestran el ángulo de inclinación, modos de manejo y toda la información relevante en aventuras todoterreno.

Electricidad 4×4 con sello premium

La imagen del Clase G eléctrico no cambió demasiado frente al modelo convencional, no que Mercedes-Benz tuviese que alterarla demasiado. Lo que vende aquí es su silueta cuadrada atemporal, flanqueada con un rostro ligeramente aerodinámico y con una barra LED alrededor de “la parrilla” para diferenciarse del Clase G normal.

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Sonido Burmester, pantallas de 12,3”, iluminación ambiente, mucho lujo y todos esos caprichos de lujo que tiene el Clase G de motor térmico se replican en la versión electrificada. Hay diferencias clave, como un sonido falso llamado G-Roar que usa el sonido de un Clase G a combustión, una “rueda de repuesto” que en realidad contiene el cable de carga y protección extra al chasis y batería.

Sí, los tintes del Geländewagen no se perdieron, pero es claro que este G eléctrico es un 4×4 de boutique. Es la electrificación para unos pocos que desean usarlo como un accesorio, una extensión de su personalidad y riqueza. No está nada mal, al grado que Mercedes-Benz reconoció que debía acabar con la nomenclatura EQ para hacer más atractivos sus eléctricos. Prueba de ello es la sugerencia de no usar el “elektro-G” para remolcar, algo que demuestra ser el talón de Aquiles para estos vehículos.

Ahí lo tiene, una bonita forma de derrochar 200.000 dólares, al menos ese es el precio que estimamos. Ahora a aguardar pacientemente por ese “baby Clase G” que está en desarrollo.

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Andrés Suárez
Cine🎬/Fotografía📸/Autos🚗. A veces hablo locuras sobre carros en Fuel Car Magazine.

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