Es oficial, el loco de Christian von Koenigsegg acaba de construir una nave interestelar. Términos como flujo raxial o materia oscura y transmisión para velocidad de la luz sólo pueden significar una cosa y es que los suecos ya tienen programa espacial. ¿La nave? El magnánimo Koenigsegg Gemera, que atraviesa la barrera de la ficción y está aquí para su despegue para el deleite de los ojos mortales en su versión final de producción.
Es como si el señor von Koenigsegg viera todos los esfuerzos de Bugatti, Rimac, Pininfarina y otros fabricantes exóticos con ironía. “Yo puedo hacerlo mejor” susurra el hombre, mientras su brillante cabeza (literal y figurativamente) cocina ideas radicales en su cuartel general ubicado en algún sitio de la fría Suecia. Tres años después de su fase conceptual el Koenigsegg Gemera está listo para las masas (que puedan comprarlo) deslumbrándonos con más tecnología de lo que prometió en ese mundo pre-pandemia conocido como 2020.
Tres cilindros de pura locura sueca
Tan importante fue el desarrollo del Gemera para Koenigsegg, que anexaron un complejo de 11.000 m2 a las instalaciones de la marca solo para construirlo. Es como el área súper secreta en la que Koenigsegg dará rienda suelta a sus modelos más radicales en el futuro.
Por ahora lo que nos compete es el Gemera, y le sugerimos que se sostenga de algún lugar porque no existe otro vehículo como este en el universo. Tal vez por eso Koenigsegg insiste que esto es un megacar (megaauto) en vez de un hypercar.
La primera evolución está en el motor de tres cilindros (sí, tres cilindros) apodado el pequeño gigante amigable. Esta pequeña revolución de la ingeniería tiene 2 litros de desplazamiento y dos turbocargadores, unidos a una tecnología que controla la apertura de válvulas por computadora y sin árbol de levas, junto a una transmisión de nueve marchas que elimina el embrague y volante de inercia (flywheel) suprimiendo masa innecesaria del motor.
Esta unidad debutó en el Jesko, pero Koenigsegg la desarrolló aún más, incorporando torque vectorial y tracción en las cuatro ruedas en conjunto con el motor eléctrico al frente. La marca le llama a esta transmisión “Light Speed Tourbillon Transmission”. Tourbillon en honor a un mecanismo en los relojes suizos más caros que aumentan la precisión de sus engranajes. Por cierto, esta parte del Gemera produce 600 hp, y es solo el comienzo.
Precaución: puede crear agujeros negros
Hace un tiempo hablamos de las bondades del motor Quark de Koenigsegg y si quiere extenderse por acá dejamos ese artículo. En breve, es un motor de flujo radial y axial, es decir raxial, de seis fases que concentra en un espacio muy pequeño una alta producción de energía y torque. Los ingenieros de Koenigsegg llevaron un paso más allá esta tecnología y crearon el motor Dark Matter, o materia oscura.
No, aún no puede abrir agujeros negros pero de lo que sí es capaz es de doblar el poder de Quark, convirtiéndolo en el motor eléctrico más potente de la historia. 789 caballos de potencia y 1.250 Nm de torque en algo que tiene el tamaño de un plato y que fue programado para danzar solo o con la compañía del motor en la parte trasera.
Christian von Koenigsegg nos dice que gracias a la vectorización de torque, el motor delantero puede mover las cuatro ruedas del Gemera sin asistencia de la unidad térmica y viceversa. La versión de producción del Gemera tiene a su disposición 1.381 caballos de potencia y 1.850 Nm de par motor, convirtiéndolo en el vehículo para cuatro personas más potente del mundo, y el tres cilindros más avanzado jamás hecho. Como buen informercial, von Koenigsegg nos hace la pregunta “¿quieren más?”
¿A esta receta le falta V8? No se diga más…
Lo gracioso es que Koenigsegg pudo parar allí, dejando claro que el Gemera puede llevar a cuatro adultos casi tan rápido como un Bugatti Chiron o Rimac Nevera, pero con más comodidad. Ese no es el estilo de Mr. von Koenigsegg, quien verdaderamente creó una máquina para aplastar a cualquier auto que se le oponga.
Luego de instalar ese motor de tres cilindros, a Koenigsegg se le ocurrió de alguna manera insertar el V8 del Jesko, quizá después de una noche con muchas cervezas y risas. Solo la magia negra que contiene el tamaño de la TARDIS de Dr. Who explica como ese V8, ahora con sus escapes por encima del motor, entró en el Gemera.
El resultado nos deja sin palabras: una potencia combinada de 2.269 caballos y un torque de 2.750 Nm. Rimac y Bugatti, arrodíllense ante su nuevo dios, Christian von Koenigsegg.
El auto exótico definitivo
¿Qué más podemos decir? Es un vehículo excepcional en el papel, mezclando las mejores ideas conjuradas por un grupo de suecos que solo quieren ir rápido y ser los mejores. Con toda esa brutalidad de su lado, el Gemera tiene una apariencia apaciguada, casi escondiendo su verdadera naturaleza. Es un diseño suave sin trazos agresivos pero con el típico estilo “gota de agua” que caracteriza un Koenigsegg.
Las enormes puertas diédricas son más grandes que un Renault Twingo (o eso creemos) abren hacia el frente para revelar una cabina generosa. Si nos lo pregunta, esta es la mejor forma de invitar a tres amigos millonarios y disfrutar de un buen fin de semana sin necesidad de ir al mar con un control de Play Station 3. La conectividad no importa porque está allí a través de dos pantallas, una para cada fila, y con portavasos que mantienen fría o caliente cualquier bebida. En total, un derroche de tecnología que pesa menos de 2 toneladas.
Esas son las dos versiones del Gemera, con un baúl de 200 litros que permite acomodar tres a cuatro maletas de viaje. Todo en un vehículo irreal que puede tener 1.381 o 2.269 caballos de potencia, puede andar solo con su motor eléctrico, es extremadamente elegante y tiene tanta tecnología que pondría en ridículo a una instalación de la NASA. Detengan el progreso de la humanidad, este es sin ninguna duda el pináculo de la ingeniería automotriz.
