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Puede que el Chevrolet Camaro haya pasado a mejor vida, otra vez, pero su leyenda no muere. En sus 56 años de historia tuvimos momentos memorables con el “pequeño depredador que caza potros”, al igual que otros momentos álgidos no tan positivos. Pero, sin duda, cualquier Camaro que llevase el nombre Yenko era oro puro, así perteneciera a la era de los V8 ahogados por los convertidores catalíticos y emisiones restrictivas. Aquí le tengo un ejemplo que quizá ni siquiera sabía que existía: el Chevrolet Camaro “Yenko Turbo Z”.

Nada más admire ese nombre. TURBO Z, quizá un guiño a los Nissan de la misma era que incomodaban a los autos americanos; completo con el obligatorio sticker TURBO en los costados. No solo es importante por eso, sino porque es el último Camaro que Don Yenko modificó, palabras que hacen agua en la boca de los coleccionistas.

Salvando el músculo americano

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Volvamos el tiempo a finales de los años setenta, una época oscura para los V8 y muscle cars. Cortesía de la crisis de petróleo y las estrictas emisiones que impuso EE.UU., los fabricantes literalmente “ahogaron” sus motores para cumplir esas normas. De una era en la que figuras en exceso de los 300 a 400 hp eran típicas, a finales de la década teníamos imágenes tristes como un Corvette anémico con menos de 200 hp y para el Camaro con suerte esa figura llegaba a los 160 hp.

Ahí fue donde entró Don Yenko, quien quiso corregir este sacrilegio de forma definitiva. Yenko no era ajeno a modificar clásicos del Corbatín, iniciando con el controvertido Corvair y cimentando su fama con el Camaro de primera generación. Para finales de los setenta el nombre “Yenko Camaro” era respetado en los círculos de Chevrolet, lo único que necesitaba esa fórmula era un Turbo.

Don Yenko se despide por lo alto

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Sí, eso es un turbo en un motor carburado. Tal vez esta creación de Don Yenko terminó inspirando el mejor auto norteamericano: el Buick GNX.

Partiendo de un Camaro Z28 de segunda generación, Yenko decidió despedirse de Chevrolet con creces, explorando el camino del Turbo. Por esa época un turboalimentador era un camino viable para saltarse el ahogo de los convertidores catalíticos. Con un turbo que producía 7 PSI de presión, un carburador revisado y refrigeración mejorada, el V8 de 5.7 litros saltaba de 165 a 250 caballos de potencia (estimados). No suena impresionante hoy, pero como por arte de magia Yenko le daba casi 100 equinos adicionales al Camaro para recordar sus viejas glorias.

19 ejemplares en total del Yenko Turbo Z fueron completados en 1981, a tiempo para despedir al Chevrolet Camaro de segunda generación y salvarnos de la tristeza que emanaba el Camaro MK3 iron duke y sus 90 equinos. No obstante, este ejemplar es uno de tres preparados personalmente por Yenko con especificación “Stage II”. Tratamiento que añade amortiguadores Koni, rines Weld de dos piezas, sillas tipo cubo Kamp en cuero y un volante Racemark. 

¿Lo ve? Toda una joya coleccionable, particularmente a ese sector demográfico de adultos entre los 40 y 50 años que proclaman “no hacen autos como los de antes” y quieren recordar los buenos tiempos. Mecum es el responsable de la subasta del flamante Yenko Turbo Z, por un estimado de 60 a 80.000 dólares americanos. Es cierto que su desempeño palidece con autos modernos, pero la cuestión es lucir fabuloso, no romper récords en el 1/4 de milla.

Andrés Suárez
Cine🎬/Fotografía📸/Autos🚗. A veces hablo locuras sobre carros en Fuel Car Magazine.

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