El Serie 7 trae consigo una nueva versión completamente eléctrica que, casi que injustamente, ha opacado las también fantásticas variantes con los siempre buenos motores de combustión de la marca alemana. El buque insignia de Baviera, ahora con el nombre BMW i7, se impone una vez más con decoro en los World Car Awards.
Aunque también nos gozamos el nuevo 760i sobre la ya estrenada generación G70 del sedán corporativo de BMW, los reflectores apuntan hacia su derivado eléctrico por lo novedoso y, según nos pudimos dar cuenta al manejarlo, lo consecuente y lógico que resulta.
Jugada razonable
BMW ha procedido con inteligencia pues tiene claro que el i7 es un sedán de lujo: no tiene una potencia desmedida o innecesaria, aunque para desplazar con suficiencia, plenitud y respeto las casi 2.7 toneladas de este edificio con ruedas de metro y medio de alto y 5.4 metros de largo, que carga una enorme batería de 106 kWh suficiente para que ruede algo más de 500 km por carga, igual se necesitan más de 530 caballos y un par de casi 750 Nm dados por un motor en cada eje. El i7 no es exageradamente rápido, pero sigue siendo muy, muy rápido. Créannos.
Y la rapidez solamente cuenta una pequeña parte de la historia, porque cualquiera hace que un eléctrico acelere, pero BMW, siendo un fabricante con historia, prestigio y herencia, ni siquiera se molesta en gritar a los cuatro vientos el desempeño, sino que primero llama la atención con un aspecto cuanto menos polarizante, una carrocería extraña que logra su cometido de hacernos hablar, algo que no ocurría de esta forma desde los Serie 7 E65/66 diseñados por Chris Bangle.
Aplomo sin comparación
Y con todo, esa apariencia es lo de menos al sentir el Serie 7 desde el volante: la efectividad, la confianza, la forma de disimular su peso y la absoluta suavidad son el reflejo de un trabajo de ingeniería que evoluciona soluciones que increíblemente ya llevan más de una década o incluso dos con nosotros y por parte de la misma BMW. Ello va desde la suspensión neumática con barras estabilizadoras activas que contrarrestan el balanceo, una dirección que involucra también el eje trasero (esa la probamos en el 760i a gasolina) o un sistema de frenos que logra integrar mucho mejor a su rival Mercedes-Benz la transición entre regeneración y el uso de discos y pastillas.
El marcado enfoque al lujo, de hecho, ha convertido al Serie 7 en un buque que busca superar al Mercedes Clase S o a su par eléctrico el EQS. Queda atrás ese toque purista y alguna deportividad que lográbamos percibir todavía en los F01/F02 de hace una década y de ahí para atrás con los inolvidables E38. Si se busca una enorme berlina de lujo con algún elemento de diversión en su tacto al volante, la opción ahora será el Porsche Panamera o el Audi A8, hablando si acaso de lo que ha manejado quien les escribe estas líneas.
Cargado de conveniencias y lujo
No se puede ignorar tampoco la avalancha tecnológica de innovaciones llamativas, innecesarias pero placenteras: ¿Tablets integradas a cada puerta para controlarlo casi todo? Claro que sí. ¿Un televisor que emerge del techo para el placer de quienes se sienten atrás? Cuenten con ello, así obstruya la visión del conductor.
¿No quieren cerrar o abrir las puertas? Hay una opción para que se muevan solas desde la pantalla o con solamente presionar un botón. Los asientos traseros reclinables y con masaje lucen comunes si ya conseguimos apreciar la creatividad de la luz ambiental detrás de las superficies de cristal, unos asientos en una gruesa y acogedora tela que nos recuerdan que hay opciones de lujo más allá del cuero o, ya como un anticipo de lo que viene en los siguientes BMW, un esquema de pantallas y menús simplificado pero, al mismo tiempo, aún complejo por tantas funciones iniciales de personalización.
La suavidad de un V12 sin quemar una gota de gasolina
El disimulo del motor V8 en el 760i manejado inicialmente (sí, el “760” ya no es indicio de un V12) hace que tenga más sentido el i7, pues el propósito principal a bordo es el del silencio… y si casi no vamos a escuchar un V8, pues para eso que tampoco esté presente para algunos.
La propulsión eléctrica es muy consecuente si se busca refinamiento, trae consigo ventajas en constancia de respuesta, suavidad y ausencia de vibraciones, pero el sonido agradable y bien conseguido del taimado V8 no se puede olvidar y, si pensamos en la suavidad, el freno del auto a gasolina sigue siendo mucho más fácil de juzgar y utilizar que el más abrupto pedal del sedán eléctrico.
El BMW i7 es uno de los mejores automóviles que hemos manejado este año y en el World Car Awards, pero no estamos sorprendidos porque, precisamente, ya sabíamos que eso iba a pasar.
BMW i7 xDrive60
Largo | 5.39 metros |
Tipo de motor | Eléctrico |
Potencia | 536 caballos |
Torque | 744 Nm |
Tracción | En las cuatro ruedas (AWD) |
Capacidad de la batería | 105.7 kWh |