La semana que nos deja trae un momento simbólico para el pony car original, un momento en el que se pasa la batuta, literalmente. El último Mustang S550 o sexta generación abandonó por estos días la planta de Ford en Michigan, marcando así la verdadera conclusión al modelo que conocemos desde 2015. Uno que cimentó la reputación del Mustang no como un muscle car que sólo va en línea recta, sino como un auto deportivo de verdad que también tiene lo suyo en las curvas.
Esas cualidades no se limitan al Mustang V8 con su suspensión magnética o los modelos modificados por Shelby. Hasta los Mustang con V6 o el 4 cilindros turbo se sentían como verdaderos deportivos agradables de conducir al límite o a bajas velocidades. No obstante, el espíritu de este modelo S550 vivirá por otra generación, ya que tanto el motor Ecoboost como el V8 Coyote seguirán moviendo al nuevo Mustang de séptima generación, al igual que detalles como su suspensión independiente y transmisión Tremec manual.
Pasando la batuta
Curiosamente el último Ford Mustang S550 en abandonar la línea de producción no es un V8. El honor lo tuvo una unidad Ecoboost turbo finalizada en blanco Oxford. No será el blanco Wimbledon que usaban los Shelby GT350 originales, pero entre tonos blancos no hay mucha variación. Moviendo a este Mustang S550 final está la unidad de 2.3 litros con turbo capaz de desarrollar 310 hp y 470 Nm de torque. Suficientes para impulsar este potro de 0 a 100 km/h en 5 segundos y ganarle a Challengers o Camaros con un V6.
Este ejemplar blanco abandonó de forma poco ceremoniosa la línea de producción de Flat Rock, lugar donde se produce la familia Mustang desde 2005. Pero no todos los finales tienen que ser bombos y platillos, a veces la celebración es en silencio, mientras los trabajadores alteran ligeramente su flujo de trabajo y herramientas para comenzar el ensamble en masa del Mustang de séptima generación.
Es un adiós algo silencioso pero necesario para el Mustang que probó que podía ser ágil, para demostrar que era un deportivo serio. Y que además trajo consigo una infinidad de variedades y modelos especiales, como el regreso del Mach 1 y el poderoso Shelby GT500 KR. Mientras el Camaro se retira de los escenarios otra vez y Dodge dice adiós al V8 para pasar a la electricidad, el Mustang persiste como el último muscle car real de sus tiempos, en gran parte gracias a su sexta generación.