Lo hemos dicho antes y lo diremos de nuevo: las minivans son las limusinas de lujo en Asia. En China las adoran y ni se diga Japón, nación de la cual provienen la mayoría. De hecho, una mirada a los portafolios de Toyota, Nissan, Honda y hasta Mazda revelará alguna de estas monstruosidades opulentas, de todos los tamaños y formas posibles. Por el lado de Toyota tienen al Alphard y Vellfire, dos nombres que suenan muy bien y que vienen cargadas con todo el lujo que usted se imagina.
Lo que hizo Toyota fue poner asientos o poltronas de cuero en todo su interior, unas pantallas aquí y allá, puertas automáticas y dejar mucho, muchísimo espacio para las piernas. Si le resultan familiares, es porque las Toyota Alphard y Vellfire son hermanas del Lexus LM, que es mucho más ridícula y tiene pantalla de cine. ¿Lo ve? La minivan de lujo es el mercado más extravagante que podrá imaginar en Japón y China.
Elegancia hecha van
¿Por dónde empezar? Tal vez en materia de apariencias. Contrario al Lexus LM, las Toyota Alphard y Vellfire no tienen un frente tan absurdo que es 90% parrilla. No quiere decir que no es extravagante porque solo mírelo. En el caso del Alphard la parrilla tiene una forma de cascada con apliques cromados; mientras que el Vellfire tiene un labio inferior “deportivo”.
Ese no es el detalle más vistoso porque ese honor le corresponde a los costados. Toyota incorporó un motivo en forma de rayo (o Z) que inicia desde la parte trasera y asciende a las ventanas entre los pilares B y C, como una ola de mar que de la nada corta el pliegue de las ventanas. Esa línea continúa hacia el frente uniéndose con los faros delanteros, rompiendo lo que de cualquier otra forma sería una van muy cuadriculada en sus costados.
Atrás está la segunda mayor diferencia entre el Alphard y Vellfire. El primero tiene unos faros LED en forma de alas que se extienden hacia afuera, dejando claro que el Alphard es el modelo con más alcurnia. Vellfire, por otro lado, es la van “deportiva” y posee una firma lumínica menos intrincada; mientras que la parte inferior de la defensa replica el labio cromado al frente.
Mejor de pasajero que conductor
Por dentro es cuero a montones con un detalle más particular en el techo. Es algo que llama Toyota “super consola” e incorpora un túnel con los controles del aire acondicionado para segunda y tercera fila. Antes que lo pregunte el techo sí es panorámico pero está dividido por esta consola. En esencia, los pasajeros de cada lado tienen su propio techo corredizo independiente del costado opuesto.
Por cierto, las sillas de la segunda fila pueden girar de forma eléctrica para que el ocupante “se baje de forma más fácil”, ayudados por estribos. Como si fuera poco usted puede colocar su teléfono en el apoyabrazos de las sillas y usarlo como el control del aire acondicionado, luego de vincularlo a una aplicación.
Olvídese de la silla delantera y su pantalla con todo el entretenimiento. El lugar para viajar en un Toyota Alphard o Vellfire es en la parte de atrás, por algo tiene una distancia entre ejes de 3 metros.
El toque final: motores
Algo se nos escapa, ¿qué podrá ser? Ah sí, ¡los motores! Impulsando estos decadentes monolitos de lujo se encuentran dos propulsores. El primero es una unidad 2.4 turbo de 4 cilindros, presente también en el Highlander, pero con un escape más deportivo para erogar 275 hp. Este es exclusivo del Vellfire, porque los demás modelos usan un motor 2.5 con o sin hibridación completa, con una potencia tope de 245 caballos. Todas las opciones usan transmisiones CVT y pueden ser de tracción delantera o AWD.
Toyota se encargó de asegurar la suavidad de esos motores al igual que un andar de marcha impecable, gracias a la suspensión independiente (McPherson y multibrazo) en ambos ejes. Si algún día somos dignatarios o rockstars, que nos den una de estas para viajar con estilo.
