Tal vez usted no lo sepa o recuerde, pero hay un hombre con un legado bastante nutrido en torno al Chevrolet Corvette, y no es Zora Arkus-Duntov, Bill Mitchell o Larry Shinoda. Esta semana, ese hombre lastimosamente falleció, su nombre era Reeves Callaway y fue el responsable de los vehículos americanos más poderosos y absurdos de la historia, muchos de ellos basados en el Chevrolet Corvette.
Callaway Cars era el nombre de su compañía fundada en 1977, la cual unos años después formaría un vínculo muy cercano con Chevrolet y su Corvette. Callaway era sinónimo con Corvette, así como Carroll Shelby y los AC Cobra o Ford Mustang; o Don Yenko y los Camaro. A través de Facebook Callaway Cars confirmó la muerte de su fundador a los 75 años, a causa de heridas recibidas luego de una caída.
No mucho se sabe de su fallecimiento, pero consideramos que es un buen momento para explorar el legado de un hombre dedicado a exprimir desempeño de todo tipo de vehículos, no solo Corvettes.
Turbos y más turbos
Ely Reeves Callaway III nació en 1947 en una pequeña ciudad de Pennsylvania, EE.UU. Hijo del fundador de la multimillonaria compañía de golf también conocida como Callaway, el hombre enfocó sus intereses en la velocidad. De niño compitió en karts y ganó un par de campeonatos del Club de Autos Deportivos de Norteamérica, o SCCA; convirtiéndose en instructor de manejo en la escuela del piloto Bob Bondurant.
La historia inicia, curiosamente, con un BMW 320i E21. Callaway tenía la distinción de ser uno de los pocos estadounidenses de su tiempo en creer en la magia de los turbocargadores, en vez de lanzar motores de gran desplazamiento a la mezcla. El hombre creó un kit para turbocargar ese BMW Serie 3, llamando la atención de la prensa y motivándolo a crear su propia empresa.
Callaway Cars nació en 1977, y antes de que pasemos a los Chevrolet Corvette, hablemos de sus otros proyectos. Como en automovilismo, ya que en los ochenta Reeves Callaway diseñó un motor turbocargado para Indycar (o CART por esas épocas). Las turbinas y sistemas de inducción diseñados por el hombre comenzaron a usarse en BMW, Porsche, Audi y Volkswagen, e incluso el Alfa Romeo GT-V6, modificado especialmente por Callaway.
A finales de los ochenta Callaway trabajó con Aston Martin modificando su motor V8 para hacerlo más moderno y eficiente, debutando en el modelo Virage y en el AMR-1 que compitió en Le Mans. Land Rover también se interesó en su trabajo, y su fama fuera del deportivo del Corbatín giró en torno al desarrollo de turbocargadores y como consultor para mejorar diferentes tipos de motores.
Callaway y el Corvette más rápido del planeta
Reeves Callaway cimentó su sitio en el Valhalla automotriz cuando decidió desarrollar un turbo para el Chevrolet Corvette C4. Debutando en 1987, esta era una opción ofrecida oficialmente por concesionarios de Chevrolet que agregaba dos turbo y otras mejoras estéticas, entre ellas un bodykit que reducía el arrastre aerodinámico.
Gracias a esta unión es que Callaway comenzó a darle vueltas al Corvette, buscando formas de mejorarlo. Producto de ello sería la absoluta bestia conocida como SledgeHammer, un proyecto para romper récords de velocidad con un Vette turbocargado. Con un bodykit aerodinamico, un V8 con dos enormes turbocargadores, intercoolers y elementos para mantener la estabilidad a altas velocidades, el Corvette SledgeHammer alcanzó los 410 km/h en una prueba oficial, aunque al no ser un auto de producción no le quitó la corona que por esos días pertenecía al Porsche 959 y RUF CTR Yellowbird.
Los esfuerzos de Callaway lo llevaron a desarrollar sus propios autos de carrera basados en el Corvette; primero con el proyecto C7 (no ese C7) que intentó entrar a Le Mans y lideró las 24 horas de Daytona hasta que una falla eléctrica lo forzó a abandonar. El C15 fue un Corvette GT3 modificado para competir en categorías europeas, en donde el nombre Callaway tuvo bastante éxito ganando un par de campeonatos a mediados de los años 2000.
Lazos estrechos con General Motors
Callaway también ha puesto su marca en los ‘Vette modernos. Uno que recordarán los fanáticos de Gran Turismo es el C12, un supercar basado en el Corvette C5 con un estilo muy atractivo del cual solo existen 25 ejemplares. O más recientemente la famosa conversión Aerowagen para el C7, haciendo que luzca como un shooting brake bastante peculiar. Muchas de ellas con el respaldo oficial de Chevrolet, marca que siempre mantuvo su relación cercana con Callaway.
Callaway también ofrece mejoras para varios modelos del Corbatín, como el Camaro, la pickup Silverado y SUV Tahoe, sus contrapartes de GMC o Cadillac y por supuesto el Callaway Corvette C8, modificación que curiosamente es supercargada.
Callaway nunca quiso llamar a su compañía un “preparador”, porque muchos simplemente toman partes que ya existen y se las colocan a un auto para mejorarlo. Según él, Callaway diseña, fabrica y prueba piezas desarrolladas por ellos mismos para modificar todo tipo de vehículos desde cero.
Callaway Cars continuará su legado después de que su fundador dejara este mundo, así como Shelby; y Ely Reeves Callaway podrá sonreír desde el más allá viendo como las siguientes generaciones del Corvette aún tienen su toque.
