¿Cuál fue la primera marca automotriz europea en Colombia? Es una excelente pregunta, la cual tiene una respuesta inesperada y perfecta para “impresionar” a sus amigos fanáticos de los carros. Por el título ya debe asumir la respuesta así que no le daré vueltas al asunto: Fiat fue la primera casa motriz europea en llegar a Colombia. Y no ocurrió en los años cincuenta ni sesenta, fue mucho antes de eso.
Es cierto, Fiat no trajo el primer vehículo en tocar una vía colombiana. Pero es una marca que es cercana a muchas familias colombianas, sea de forma directa o indirecta. Es más, en un punto Fiat ensamblaba vehículos en nuestras tierras y tenía todo tipo de vehículos, sea bajo su nombre propio o a través de otras firmas, como Zastava o Lada.
Así que acompáñeme a dar un repaso breve y sentido sobre la presencia de Fiat aquí en Colombia.
Incursión hace más de un siglo
De forma oficial, 100% confirmada y verídica, la entrada de Fiat a Colombia tuvo lugar en 1919. Para ese entonces Fiat tenía dos décadas de ser fundada y se dedicaba a la producción de vehículos de lujo; apropiado ya que tener carro era considerado un símbolo de poder y estatus. Es más, se dice que el presidente Rafael Reyes tuvo un Fiat durante su mandato (1904-1909), con el que viajó al departamento de Boyacá.
Los hermanos Vicente y Blas Buraglia son los responsables de crear la primera firma que importó modelos Fiat a Colombia. Inicialmente con autos de turismo y descapotables como el 501, Fiat comenzó a expandir su presencia en el país; pero la Gran Depresión de 1929 y la siguiente Guerra Mundial alejaron a la marca italiana del país por un buen tiempo.
Sentando las bases
No sería sino hasta los años sesenta que Fiat comenzó su regreso con fuerza al país. Un puñado de ejemplares del Fiat “Nuova” 500 y 600 llegaron hacia 1964; algunos de ellos bajo el nombre de SEAT que, por esa época, tenía una alianza con Fiat. Fue la firma Corautos la encargada de importar esos pequeños vehículos.
A la par de esto, Leónidas Lara fundaba la Compañía Colombiana Automotriz, que inició el ensamblaje de camperos Willys en Bogotá y luego vehículos de Peugeot. Aquí entra Fiat, aunque no de forma directa, sino a través de Zastava.
La casa yugoslava producía su propia versión del Fiat 1300, que fue a parar en la compañía de Leónidas Lara para su ensamblaje local, luego de un par de años en el mercado nacional como importaciones. Este carro abrió las puertas de la alianza CCA y Fiat, seguida del popular Fiat Polski 125P en 1973, el famoso “Topolino” o Zastava 750 en 1977 y dos de los Fiat más recordados y emblemáticos: el pequeño 147 y el sedán “Mirafiori” o station wagon Panorama 131. Otros a destacar fueron los Fiat 124 y 128, de los cuales varios ejemplares sobreviven hoy en día.
Todos estos modelos tatuaron en la memoria colombiana el nombre Fiat, marca que forjó un vínculo muy especial con las familias colombianas. Yo debería saberlo, mi tío abuelo tuvo un 131 en color azul.
Fiat se consolida en el país
Mazda luego adquirió ese contrato entre Fiat y CCA, dando inicio al ensamblaje de sus modelos. De forma breve Fiat salió del país pero dejó una huella importante que ayudó a su regreso.
El gobierno de César Gaviria y la apertura económica permitieron el regreso de Fiat, de forma directa e indirecta. Indirecta porque productos de Lada, como el Riva o 1500, derivados del Fiat 124, comenzaron a abrirse camino en Colombia. Y directa, porque Fiat sentó bases en Venezuela y Brasil, lugares donde dio comienzo a su expansión por Latinoamérica.
Todo comenzó con el Fiat Uno, modelo adaptado de Europa para Brasil con ADN del famoso 147, ofreciéndose en todo tipo de versiones de tres y cinco puertas, el sedán Premio y station wagon Weekend. Esos Uno Mille como se les denominó aquí poblaron las calles de Colombia en los noventa. Fiat siguió la movida con el Tempra y Tipo, dos modelos avanzados para su tiempo, dando paso al bien conocido Palio y su versión sedán Siena.
Entre 1990 y 2010 Fiat gozó de un periodo exitoso en el país, expandiendo su portafolio con modelos tales como el Palio Weekend, las pickup Strada y algunos ejemplares del Punto e Idea europeos.
Vientos de cambio
SKBergé asumió las riendas de importador aquí en Colombia hacia 2008, periodo en el que, hay que admitir, a Fiat le costó encontrar estabilidad en Colombia. Un producto acertado fue el regreso del nuevo Uno, proveniente de Brasil. Además de las pickup Strada, que cobraron popularidad gracias a una excepción de pico y placa para pickups de dos puertas. Hasta el nuevo Fiat 500 gozó de un buen momento en Colombia.
La alianza de Fiat y SKBergé acabó en 2016, haciendo que una vez más la marca abandonara el país. Un tímido reingreso en 2018 trajo de vuelta al Uno junto a productos como el Argo y Cronos al igual que el más pequeño Mobi.
No sería sino hasta la alianza de Fiat con el Grupo Astara que la marca recuperaría la estabilidad y representación oficial. Y así llegamos al tiempo presente, con una Fiat que poco a poco va creciendo y, como en los setenta, tiene presencia directa e indirecta. RAM tomó las riendas de las pickups y vehículos ligeros de carga, mientras que Fiat dice presente con el Pulse y Fastback, provenientes de Brasil.
Fiat es sinónimo de Colombia, muy a pesar de su historia de ires y venires. Y aun así, cumplir 105 años de historia no se logra por coincidencia. Ojalá estemos ante un periodo en el que Fiat vuelva una vez más al centro del escenario en el parque automotor colombiano.