Todos conocen al Shelby Cobra, al Ford GT40 y los Shelby modernos que continúan el legado de un tejano que no pudo competir en pista, pero sí crear las máquinas más violentas y poderosas para la pista. Tanto así, que a menudo ignoramos el fruto que permite que hoy en día el Mustang moderno lleve los logos de Shelby. Así que en el que sería el cumpleaños número 100 de Carroll Shelby, recordemos con gusto al auto que lo inició todo con Ford: el Shelby Mustang GT350 de 1965.
Es cierto que Ford y Shelby tenían una relación previa al génesis de aquel pony car envenenado. También es cierto que el centenario de Shelby sería el 11 de enero y no el 12, pero hoy es throwback thursday así que ni modos. Lo que sí es cierto es que el Shelby Mustang GT350 es tan emblemático como cualquier otro Ford que haya llevado la insignia e ingenio de Carroll Shelby, incluso hasta nuestros días. No solo eso, fue el primer Mustang de alto desempeño que se ofreció en el mercado y compitió en pista, cimentando un legado de casi 60 años.
Carroll, sé que estás ocupado pero te tengo una idea…
A mediados de la década de los sesenta Carroll Shelby era un hombre ocupado. En un frente trabajaba con AC Cars para embutir un V8 de 289 centímetros cúbicos (y luego de 427) en su pequeño roadster Ace. Por el otro trabajaba con Ken Miles para diseñar una máquina que humillara a Ferrari en Le Mans. Así que cuando Lee Iacocca tocó la puerta de Carroll Shelby con un proyecto en torno al Mustang, entenderá por qué lo tomó por sorpresa.
En 1964 y sin la intromisión de Robert McNamara, Iacocca tuvo luz verde para sorprender al mundo con el Mustang. Pony car tras pony car se vendió como pan caliente, sea con un anémico seis cilindros, techo duro o suave, o con transmisiones automáticas o manuales. Pero esto es EE.UU. en los sesenta, necesitamos más poder, más libertad, más y más para ser mejores que los otros. Ford no tenía la capacidad de instalar un V8 más grande en el Mustang, pero sí tenían al hombre indicado para mejorarlo.
De las pistas a las calles
Cabe mencionar un detalle importante: el Shelby Mustang GT350 se concibió primero como un auto para la pista, campo donde Carroll Shelby era un experto. Iacocca quería que el Mustang desfilara en la categoría Trans Am del SCCA (o Sports Car Club of America, por sus siglas en inglés). Para ello necesitaba 36 ejemplares, dos para el equipo de fábrica, y 34 para equipos privados. Todo esto ocurrió a mediados de 1964, cuando EE.UU. aún vivía la fiebre intensa del Mustang.
La pequeña sede de Shelby American en Venice, California no dio abasto para trabajar en el GT350, AC Cobra y GT40 al tiempo. No solo eso, SCCA exigía al menos 100 unidades de calle para homologar cualquier auto nuevo. Como pudo Carroll Shelby movió su producción a una planta más grande al lado del Aeropuerto de Los Ángeles. Y allí es donde emergió aquel blanco deportivo con rayas azules.
Fascinación “fastback”
Por ese mismo agosto de 1964 el Mustang fastback se unía a las variantes convertible y cupé. Carroll Shelby y sus empleados fueron de los primeros en verlo, con 110 unidades pintadas en blanco Wimbledon y un V8 289 Hi-Po de Ford bajo el capó. Carroll Shelby y su equipo se puso manos a la obra para darle forma a la leyenda que sería el Shelby Mustang GT350.
El V8 recibió un nuevo carburador Holley de cuatro bocas, múltiple de inducción y escapes tubulares más ligeros, un radiador más grande (de un Ford Galaxie 500) y una transmisión manual más robusta Borg-Warner de 4 marchas. 271 hp era la potencia del auto antes de esos cambios, y con el toque de Shelby sus figuras ascendieron a 306 hp, suficiente para ir a fondo hasta los 240 km/h.
Shelby también instaló amortiguadores ajustables Koni, componentes reforzados en la suspensión, frenos y barras antivuelco más grandes y refrigeración por aceite al diferencial. Los modelos de pista tenían su altura rebajada en 2.54 cm, una jaula antivuelco y ventanas en fibra de vidrio. La cereza en el pastel eran las líneas azules que recorrían los costados del auto con el legendario nombre inscrito en ellas: G.T. 350.
Casi tan codiciados como un Cobra
No solo el Shelby Mustang GT350 deslumbró adentro y fuera de la pista, demostró por qué Carroll Shelby era una leyenda, incluso en su tiempo. Y cómo olvidar a Ken Miles, que también contribuyó al desarrollo del GT350. Opciones como rines de aleación Cragar o las famosas líneas Le Mans azules también estaban disponibles para alguno de los 521 ejemplares que Shelby American produjo del GT350.
En SCCA, el Shelby Mustang dominó la temporada 1966 y 1967, y para entonces ya Carroll Shelby trabajaba en el GT350 1966. Este tendría mejoras como un sobrealimentador opcional, tomas de aire en el frente y una transmisión automática. Hasta Hertz ordenó 1.000 unidades del GT350, en una tonalidad negra y dorada para su uso en competencias de SCCA.
Puede que sin el Shelby AC Cobra no existieran hoy en día el Ford GT40 y tantos Mustang con la víbora que caracteriza a Shelby. Pero todo eso se debe a los 521 GT350 blancos que se comieron con gusto las pistas de Norteamérica, y enamoraron a aquellos con un dinero extra que deseaban un Mustang mucho más poderoso. Y pensar que ese GT350 costaba 4.547 dólares en 1965, unos 43.000 USD el día de hoy. Ahora son ítems coleccionables que superan los millones de dólares y llaman la atención de todo el mundo. El resto como dicen, es historia.