Aquí está, sin más filtros, camuflaje ni especulación, el anticipado Dodge Charger Daytona 100% eléctrico. Ese primer mesías de Stellantis que se sube al bus de la electrificación con un innegable ADN americano, pinta de muscle car y tren motor del mañana. Por fin Dodge y, por extensión, Stellantis, pueden decir que les ganaron la partida a sus más acérrimos rivales: el Ford Mustang y Chevrolet Camaro.
Toda revolución requiere un sacrificio y, en el caso del Charger, fue su hermano menor. El Challenger entrará en hibernación y no volverá en un tiempo; en su lugar Dodge nos regala no uno sino dos Charger: uno sedán y el otro cupé. No se preocupe, que la electricidad no es la única estampa del nuevo muscle car de Dodge, pero ya hablaremos de eso en un texto por aparte.
Furia voltáica made in the USA
En esta ocasión todo gira en torno al Charger Daytona eléctrico, modelo que resulta ser muy fiel al concepto con el que nos deslumbró Dodge hace casi dos años. Y eso incluye su tren motor, las promesas a futuro y los elementos aerodinámicos escondidos a simple vista.
Para empezar y como buen muscle car, hay que hablar de su motor. O más bien, motores, porque todos los Charger eléctricos tendrán tracción en las cuatro ruedas, algo que solo Ford soñó una vez hace 59 años. Sobre la nueva plataforma (STLA) de Stellantis, una batería de 93.9 kWh alimenta dos motores, uno en cada eje, con dos niveles de poder distintos.
El Charger “de entrada” R/T tiene a su disposición 496 hp, mientras que el electrizante Charger Scat Pack asciende a los 670 “equinos”. Eso es, teniendo en cuenta que ambos están equipados con una mejora Stage 1 y Stage 2 de fábrica, exclusiva de los modelos 2024. Ah, y como si fuera poco, los dos Charger tienen una función “power shot” que añade otros 40 hp por 15 segundos, función que se recarga cada 30 segundos.
Como buen muscle car, lo que importa es su aceleración en línea recta. El Charger R/T responde completando el 0 a 100 km/h en menos de 5 segundos; mientras que el Scat Pack lo hace en 3,5 segundos. ¿¼ de milla? Ocurre en 13 y 11,5 segundos respectivamente.
Agilidad de auto deportivo, no de muscle car
Como es el muscle car del futuro y ya no usa un viejo chasis derivado de Mercedes-Benz, el nuevo Charger tiene credenciales en curvas. No, en serio, Dodge se enfocó en el desempeño máximo en todas las situaciones. Suspensión independiente en ambos ejes con amortiguadores adaptativos, asistencia de frenado por cable (eBrake by wire) con calipers Brembo de seis pistones adelante y cuatro atrás dan credenciales al Charger en curvas.
Si ello no basta, el enorme calzado Goodyear Eagle F1 305/35/R20 adelante y 325/35/R20 atrás aseguran una gran superficie de contacto. Modos de manejo permiten que el Charger viaje con aplomo en la ciudad, se deslice por la nieve o ruja (silenciosamente) en la pista. También hay un modo exclusivo para derrapar, otro para hacer donas y control de lanzamiento. El toque final es un sistema que prepara al Charger antes de un día en pista, optimizando la energía y temperatura de las baterías al igual que la entrega de potencia.
Futurismo con firma de 1969
Si hay algo que logra el Dodge Charger Daytona eléctrico es lucir contemporáneo y avanzado a la vez. Sus diseñadores lograron mezclar los trazos curvilíneos de un muscle car con tintes retro, como el estilo coke bottle, con pequeñas maravillas aerodinámicas. Como el alerón frontal R-Wing, un largo techo fastback que culmina en un sutil alerón trasero y un difusor atrás.
Es una clara referencia al Charger de 1968 a 1969, pero con un corte aerodinámico que luce atlético y casi elegante. Las dos barras LED con el logo Fratzrog adelante y atrás se integran bien a la apariencia neo-retro del Charger. Parece listo para competir en NASCAR, si me lo pregunta. Las dimensiones y diseño del Charger se notan bellas en el cupé, pero resultan algo estiradas y desproporcionadas en el sedán, que quizá se inspira en los clásicos Coronet para lograr ese aspecto musculoso.
En el interior encontramos una cabina similar al concepto Daytona, pero con elementos más convencionales. Las pantallas son de 16 y 12,3”, la palanca de cambios es real y se siente como el joystick de un avión, hay espacio para cuatro, quizá cinco ocupantes, asientos tipo cubo, costuras rojas y detalles “rudos”, como la luz de ambiente denominada “ajuste de actitud”.
Quizá el único elemento fuera de sitio es ese escape falso que Dodge insiste en usar, el cual al menos utiliza las revoluciones de ambos motores eléctricos para construir su “ruido V8 artificial”.
Anticipo acertado de Dodge
Este es solo el comienzo, porque el otro año llegará el Charger con motor a combustión porque sí, los más puristas lo exigen, al igual que un Charger Banshee con más de 800 hp.
Olvídese del Ford Mustang Mach-E, Dodge de forma inteligente creó el primer muscle car eléctrico de verdad y, por controversial que sea, lo hizo de forma genuina y espectacular. Y, de forma acertada, Dodge no descartó los motores reales, abriendo la puerta a la hibridación o combustibles sintéticos a futuro.
Así pues, Dodge hace la primera movida en espera que Ford, aferrada a los V8, tenga una respuesta a la mano. Y a que Chevrolet despierte y nos deje ver el futuro del Camaro, si es que tiene preparado alguno.
