Fue en la década de los años cincuenta en la que el Mercedes-Benz SL deslumbró al mundo por dos razones: sus puertas alas de gaviota que remataban un diseño precioso y por ser el auto de producción más rápido de su época. Mucho ha cambiado, pero en su más reciente encarnación Mercedes-AMG se decidió a hacer una cosa simple: devolver el poderío que caracterizaba al SL, y con la edición 63 S E Performance parece que lo han logrado.
No es precisamente un ganador de Le Mans y la Carrera Panamericana como sí lo fue el 300 SL original. Pero el Mercedes-AMG SL 63 S E logra un detalle muy importante y es reclamar con autoridad el título a SL más poderoso de la historia. Solo para comparación, este SL logra ser casi 200 hp más poderoso que el anterior poseedor del título, el SL 65 AMG de generación anterior.
Las bondades de la potencia híbrida
Para aquellos que esperaban que el nuevo Mercedes-AMG SL fuera tan poderoso como el absurdo AMG GT 63 S E Performance, su deseo se cumplió casi por completo. El SL toma prestado el tren motor del AMG GT, completo con su sistema híbrido al igual que nombre innecesariamente largo. La diferencia está en la potencia final de ambos, ya que el SL es ligeramente menos poderoso aunque lo compensa con un peso más bajo.
Vayamos al grano: el AMG SL 63 S E emplea el viejo conocido V8 twin turbo de Mercedes-Benz, motor cuyo rol por estos días se ve reservado para los vehículos más exclusivos de la marca. Este va acompañado por un motor eléctrico en el eje trasero capaz de una potencia máxima de 201 caballos. Eso nos da un total de 805 equinos cuando todos los sistemas del SL trabajan al unísono, y un torque máximo de 1.420 Nm a las cuatro ruedas.
Como buen Mercedes-Benz con sello AMG, este SL tiene todos los juguetes posibles para asistir el manejo. Diferencial con bloqueo electrónico, transmisión secuencial de 9 marchas con control de lanzamiento, dirección en ambos ejes (4WS), suspensión adaptativa con estabilización de chasis y enormes frenos carbocerámicos con regeneración.
Para aquellos ambientalistas el AMG SL 63 S E puede viajar hasta 13 km en su sigiloso modo eléctrico, pero eso no es divertido, ¿verdad?
Músculo, aerodinámica y alcurnia
Mercedes-Benz nos dice que alteraron ligeramente la imagen del bello SL para que quede claro con solo verlo que no es cualquier SL más. Su frente es más agresivo, los pasos de rueda son sutilmente ensanchados para “mostrar más músculo”, hay un puerto de carga atrás porque sí, este es un híbrido enchufable así no sea muy necesario fuera del circuito al igual que insignias rojas (típicas de un AMG 63) y nuevos escapes.
Ese no es el detalle más impresionante porque el AMG SL 63 S E posee aerodinámica activa, con un spoiler retráctil atrás y un elemento bajo el chasis que forma un efecto Venturi bajo el SL, “pegándolo” al suelo. Detalle que se controla con los ocho modos de manejo, desde una cabina que es lujosa y cargada de materiales opulentos dignos de un gran turismo, pero cuando hablamos del SL más poderoso estos detalles sobra decirlos porque es lo mínimo que se espera de Mercedes-Benz.
Con este roadster extremo Mercedes-Benz nos da un abrebocas de lo que será el AMG GT (de dos puertas) más poderoso, al cual ya vimos con un estilo y puerto de carga muy similares. Ah y un detalle más: podrá no ser tan absurdo como el AMG One (que literalmente es un auto de F1 disfrazado), pero el Mercedes-AMG SL 63 S E tiene suficiente poder para mover sus dos toneladas de 0 a 100 km/h en 2.9 segundos e ir a fondo hasta los 317 km/h. Ideal si alguien con la percepción alterada de la realidad quiere correr contra usted en uno de esos “arrancones” de semáforo.
