Hoy tengo para usted algo muy especial, estimado lector. Deje todo lo que está haciendo a un lado, porque conocimos de cerca a una de las pocas Mercedes-AMG G 63 que se encuentra en Colombia. Sí, esa enorme camioneta 4×4 con un gigantesco V8 que conducen los villanos en las películas.
Hasta J Balvin tiene una, y dejo a su juicio si lo considera un villano o no. El caso es que esta es una camioneta que no se ve todos los días en suelo cafetero. Y si bien no es la única, mucho menos la primera en llegar al país, la experiencia de verla de cerca es como ninguna otra. Permítame contarle con lujo de detalle para ver por qué es así.
De Austria para Colombia
Sé lo que está pensando. ¿Cómo llega una Mercedes-AMG G 63 como esta a Colombia? Es más sencillo de lo que cree, ya que la misma marca es responsable. Así como lo lee, Mercedes-Benz ofrece de forma oficial a su 4×4 más poderosa en el país, aunque en números muy limitados. Por supuesto, puede confiar en algún importador externo que traiga un modelo como este, pero no tendrá la representación y confianza directa de la marca, que importa el modelo desde su fábrica en Austria.
Toque personalizado
Después de esa aclaración ahora sí a lo que vinimos. Empecemos con lo que mueve a la G 63, el conocido V8 twin turbo de Mercedes-AMG ensamblado a mano. Este desarrolla 577 hp y 850 Nm de torque a las cuatro ruedas, a través de una transmisión automática de 9 velocidades. Si bien su 0-100 km/h en 4.5 segundos no suena tan impresionante estos días, una G 63 puede adentrarse en terrenos que muchos deportivos ni se atreven a tocar.
Esta unidad en particular que llega al país posee un elemento único, y es su interior. Su dueño optó por un interior personalizado G Manufaktur. Este agrega sillas en cuero negro con centros color rojo vinotinto, costuras de este tono en el interior, y en general un toque más distinguido y único en comparación a una G 63 “estándar”.
Contraste de sensaciones
Aquí podría hablarle de su equipamiento, sus asistencias electrónicas o de seguridad, y vaya que tiene bastantes. Pero ese no es el punto. Permítame insertarme un momento en esta narrativa y explicarle la sensación de ver de cerca una camioneta tan potente como esta.
Es cierto que una Mercedes-AMG G 63 es común en lugares como Europa o Estados Unidos, pero en Colombia es diferente. Su presencia musculosa y retro es como la de ningún otro vehículo de Mercedes-Benz; y a pesar de su porte imponente, su apariencia no exclama agresividad. Es como una bestia cuadrada y llamativa que reposa en total calma, sin prisa por revelar su verdadera naturaleza e intenciones.
Ascender al interior es como entrar a la cabina de un camión, con una posición cómoda pero reafirmante frente a cualquier obstáculo. Toda la precaución y sutileza desaparecen al encender el V8 y oír el rugido de los escapes laterales, modulado por el modo de manejo, o por un botón que abre las válvulas de los exhostos.
Allí es donde la verdadera naturaleza de la G 63 se manifiesta, donde todo cobra sentido y la existencia de este vehículo se justifica, mientras una sonrisa se esboza en el rostro. Allí es donde no importa si aún no tiene acceso al sistema MBUX, o si el espacio en la segunda fila es un poco justo para el tamaño de este monstruo que a fondo eventualmente llegará a los 220 km/h. Por un segundo, la realidad se transforma en un mundo surreal donde el único pensamiento es conducir la G 63 como lo merece.
De regreso a la realidad
Es una lástima que la prueba de manejo no era posible, en parte por ser un vehículo que ya tiene dueño; y en otra por no tener una placa para circular, así que le quedamos debiendo esa impresión. De cualquier forma, gracias a Motorysa y Automotores La Floresta por permitirnos conocer esta joya. Con eso dicho, esta es una de las pocas unidades certificada por la planta de Austria en una pista 4×4, así que no nos queda en duda sus capacidades. Además, es todo un privilegio oír el rugido de ese V8 y pretender que se está en una película de Jason Bourne persiguiendo a alguien por las calles de la ciudad.
Si llegó hasta aquí, sepa que el precio de esta joya es algo exorbitante. $1.163.900.000 pesos colombianos es el valor a pagar por tener toda esta experiencia en nuestro país. Pero, como lo demuestra esta unidad que ya tiene dueño, hay personas que “se dan el gustico” sin importar el precio. Sólo nos queda imaginar el valor de una G 63 4×42, que fácilmente puede ser el doble.