Cadillac-Celestiq
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Aunque ya vimos un adelanto, Cadillac realmente tenía que elegir el mismo día en el que el Rolls-Royce Spectre fue lanzado, para presentar a su nueva berlina: el Celestiq. Uno pensaría que este auto es la competencia de este Rolls, pero Cadillac y la casa británica no compiten directamente desde que Rolls-Royce producía el Silver Cloud y Cadillac el enorme Sixty Special o el alado ElDorado de 1959

Desde entonces Cadillac es una marca para adultos mayores que viven en algún campo de golf en Florida o residentes de Texas con trajes extravagantes. Razón por la cual la marca insiste hace décadas en reinventarse y mostrar que son avanzados, distintos y equivalentes a su competencia europea. Y el Cadillac Celestiq es el más reciente (y quizá último) intento por demostrar que Cadillac es sinónimo de opulencia.

¿La solución a una crisis de identidad?

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La mayor diferencia entre este modelo final y el prototipo son sus espejos retrovisores que ya no son digitales.

El problema de Cadillac es General Motors; en concreto su insistencia por compartirlo todo. Los modelos de la marca no son más que Chevrolet con trajes costosos, y es difícil vender esa imagen afuera de Norteamérica. Seguro, Rolls-Royce no es más que un BMW con un monóculo y sombrero de copa, pero no hay comparación entre el prestigio de un Bimmer y un auto del Corbatín (sin despreciar la labor de Chevy).

El paso a la electricidad era el momento apropiado para que Caddy se reinventara y reclamara su trono como uno de los pináculos en lujo automotriz. Todo empezó bien con el Lyriq, hasta que Chevrolet tomó esa plataforma y la transformó en la Blazer EV y luego en un Honda. Sin embargo, el Celestiq parece ser exclusivo de Cadillac, no solo por su exhorbitante precio sino porque es un “regreso” a las raíces de la marca. Aunque también usa la arquitectura Ultium no verá una berlina así con el Corbatín y algún nombre como Impala o Chevelle. 

El primer Caddy exclusivo en décadas

¿Por qué es un regreso a sus raíces? Bueno, es un enorme y ridículo auto con espacio para cuatro, dos puertas, un frente gigante y lo que aparenta ser una generosa estampa y distancia entre ejes. Como los Caddys de antaño, la marca espera que hayan clientes dispuestos a pagar más de 300.000 USD por el privilegio, porque este no es un auto para cualquier paisano.

Cadillac justifica el gasto con la alta atención al detalle que imprimió en cada parte del Celestiq. La atractiva tonalidad azul que aquí ve es aplicada a mano y es uno de 200 colores disponibles. El acabado de los metales en la carrocería también es a mano, y emplea una nueva técnica que “dobla los materiales como origami” en vez de cortar secciones de carrocería o soldadura. Hay hasta siluetas de otros Cadillac estampadas en el interior.

Fibra de carbón disimulada en el chasis reduce el peso de este buque terrestre, y parece que Cadillac descubrió las ventajas de la impresión 3D porque muchos elementos de esta “nave” están hechos con ese proceso. El cuero del interior también fue aplicado a mano y Cadillac espera que la cabina sea como un lienzo que usted pueda personalizar como quiera. Y con “usted” me refiero a los pocos que paguen por el privilegio, porque el Celestiq se producirá en números limitados.

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El Celestiq es un halo car: Un vehículo que no cualquiera puede comprar, pero sí atrae el interés de los compradores a otros autos de la marca. En esencia, Cadillac quiere que se maraville con esto y termine comprando un Lyriq o el sucesor eléctrico del CT4 o CT5.

Derroche de opulencia

Pasando a las ocurrencias “premium” de Cadillac, hay un cristal enorme en el tablero, equivalente a una pantalla de 55”. Este alberga una sección para el entretenimiento y cluster de instrumentos; y otra exclusiva para el pasajero. Una tercera tablet en la consola central controla otros aspectos (como el aire acondicionado) junto a una perilla con una diosa plasmada en ella. 

El Celestiq no tiene manijas para abrir las enormes puertas, en vez de ello Cadillac espera que use un botón en la llave (o una app) para abrirlas. El techo es de cristal e integra iluminación ambiente y como si fuera poco hay dos pantallas de 8” para los pasajeros de atrás. En teoría cada pasajero puede tener su propio entretenimiento, temperatura de la cabina y ajuste (o calefacción) en los asientos que desee.

Ultra Cruise es estándar en todos los Celestiq, sistema que usa sensores, cámaras, radares y tecnología LIDAR para conducir de forma casi autónoma esta berlina. ¿Todo esto es excesivo? Por supuesto, pero esa era la idea. A Cadillac no le importa que piense que exageran, porque su intención es brindar un auto cómodo para aislarse del mundo y sentirse como todo un magnate o presidente y flotar por las calles que desee recorrer. 

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Tal vez lo más raro en este interior futurista lleno de pantallas es la perilla en la consola central. Quizá uno de los pocos botones físicos que posee el Celestiq.

Poder “adecuado”

Para no extenderme más, el truco tras ese “andar como nube” está en la suspensión de aire con amortiguadores magnéticos. Cadillac también incluye dirección en las 4 ruedas, dirección electroasistida variable y llantas de 23” diseñadas por Michelin para el Celestiq únicamente.

Motivando este derroche de exceso americano se encuentran dos motores (uno en cada eje) que desarrollan en conjunto 600 hp y 868 Nm de torque. Figuras suficientes, y aunque el Celestiq no es un velocista si va de 0 a 100 km/h en 3.8 segundos. Cadillac asegura con confianza que el Celestiq (y sus baterías de 111 kWh) tiene una autonomía de 483 km. El tiempo dirá si este auto marca el retorno de Cadillac como un estándar de excelencia, o es otro intento fallido por recapturar la magia de sus mejores años. 

Andrés Suárez
Cine🎬/Fotografía📸/Autos🚗. A veces hablo locuras sobre carros en Fuel Car Magazine.

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